Memorias Nocturnas (privado)

Una de las tantas noches en las que provocaba olvidarse del mundo, escapar, huir sin querer saber más sobre problemas o personas deshonestas... Era tan perfecta, la luna llena en su máximo esplendor, las estrellas danzando a su lado y el viento frió rozaba como una caricia a todo lo que se encontraba a su paso.

Caminando lentamente, sin rumbo, estaba el pelinegro de origen chino, en el oscuro bosque, escuchando todo lo que podía brindarle la naturaleza, mirando al camino que no conocía y dejándose llevar por sus instintos. Sus ropas orientales hacían juego con su esbelta y femenina figura, dándole más delicadeza a la vista, sus cabellos negros amarrados a la coleta de siempre danzaban con sus movimientos como hojas que mece el viento. Los ojos marrones de este se quedaban estupefactos ante tanta belleza a su alrededor, abriendo ligeramente sus labios por la pequeña impresión... ¿Qué hacía alli? ¿Sólo en ese lugar?, le gustaba la naturaleza sin más, y sus pensamientos necesitaban un mejor lugar, recuerdos invadían su mente con tanta fuerza que hasta se reprochaba a si mismo, por recordar cosas no muy agradables.

- ¿Cómo estaran todos aru?...- murmuró con suavidad para si mismo, viendo hacia las estrellas, quedándose de pie, en un claro de aquel gigantesco bosque, acompañado por el viento y sus pensamientos.

El sonido de los zapatos al crear ligeras roturas en las hojas que pisaba. Eso era lo máximo que podía escuchar el inglés a su alrededor. Envuelto en un abrigo color madera, dejando que el viento que azotaba aquella noche despeinase sus rubios cabellos y con los ojos entrecerrados. ¿Qué hacía allí?

Un animal corriendo por detrás suyo consiguió distraerlo de sus pensamientos, demasiados eran los que empezaban a llegar de golpe, como si no hubiera asimilado los diez, o tal vez más, últimos años de su vida, y de pronto todos los recuerdos de todo lo ocurrido llegase de golpe... Apretó los puños dentro de los bolsillos, dejando escapar un poco de aliento, el cual se convirtió en vapor al salir de su cuerpo.

Continuó avanzando un buen trecho de bosque, sin saber a dónde dirigirse, ¿existe algún lugar en el mundo para esconderst de tí mismo? Sus verdes ojos estaban clavadas al suelo, observando todo lugar por el que pasaba, cuidando no tropezarse, eso hubiera sido el colmo...

De pronto, algo captó su atención. Escuchó una voz, proveniente de algún lugar a su izquierda. ¿No estaba solo? No, no era solo eso... Conocía esa voz, valla si la conocía.

Paso a paso, se acercó hacia el lugar del que procedía el sonido. Un poco más, detrás de unos árboles... Y cuando asomó la cabeza por allí, lo vio.

Parecería un cuadro, el más hermoso de los cuadros, a cualquiera que lo hubiera visto en aquél momento, mas para él no fue así. Pudo reconocerlo, aunque estaba de espaldas. El cabello negro peinado en una coleta, ondenando a la brisa nocturna. Las ropas, todo lo rojizas que la vista le permitía ver en aquella falta de luz, y esa figura casi femenina. Aunque, ¿cómo podría resultarle femenina a él, precisamente a él?

-¿Yao?... -Murmuró desde el punto en el que le observaba.

Sonreia tontamente viendo las estrellas, riendose internamente de cosas que recordaba, tropiezos, tonterías sin más, no parecía moverse el cielo ya le decía todo... Un trance por aquellas luces que tanto deseaba tocar, y un cielo tan puro que deseaba vivir en ese paraíso.

Su pequeño mundo fue interrumpido, por una voz que conocía con totalidad, pero era su imaginación?, para nada el nunca escuchaba cosas que no estaban alli o al menos si le dolía la cabeza, sus ojos fueron hacia abajo lentamente al igual que su sonrisa se fue borrando, para luego voltear ligeramente hacia donde venía aquella voz... De reojo pudo detallar esos ojos verdes que tanto reconocía, se volteó lentamente para verle con más detalle.

- Por dios...- dijo con suavidad reconociendole por completo.- Arthur?...- hiso la misma pregunta que el joven británico había hecho al verle, no pregunta como tal sino algo al aire, confuso y extraño. Sus recuerdos golpearon abruptamente su pecho, dandole un ligero nerviosismo al ver a ese chico a pocos metros de él. Todo lo que había vivido con ese rubio le inundó la cabeza y le dio confusión interna, no sabía que hacer.

- Es una extraña coincidencia verte aqui aru...-dijo con suavidad sin moverse del sitio, bajando un poco la mirada, estaba atónito y talves un tanto temeroso.- ¿Cómo has estado aru?...- dijo con suavidad frunciendo el ceño un tanto molesto consigo y talves con el que tenía al frente, ni sabía porque demonios una pequeña molestia se había ligado con su nerviosismo.

Tal vez aún había una pequeña, pequeñísima esperanza de que se hubiera equivocado, de que la persona que estaba allí no fuera él... Pero, por Dios. De todas las personas de Japón. No, de todos los chinos de Japón, ¿tenía que encontrarse con él, allí? Sus labios se cerraron un poco, aunque intentó disimular, fingiendo que era por el frío de la noche.

Avanzó lentamente hacia donde se encontraba el asiático. Sus ojos le examinaban, de arriba a abajo, sin dejarse ningún detalle. No había cambiado tanto, a lo mejor estaba más alto, aunque no podría haber dicho nada desde aquella distancia. Sus pies siguieron moviéndose, hasta el momento en el que quedó a pocos pasos del asiático.

-En realidad, no esperaba encontrarme a nadie aquí -Comentó el británico. Tal vez no era un experto, pero conocía al chico, lo conocía lo suficientemente bien como para notar el nerviosismo que había en sus palabras. Y, en realidad, lo extraño hubiera sido que no estuviera...-. Cuánto tiempo...

Sus ojos se clavaron los de Yao, como si al mirarle así fuera a cambiar algo, algo del pasado para que aquella situación no fuera... No fuera así.

Demasiados recuerdos llegaban a su mente, súbitamente. Todos ellos tenían algo que ver con aquél moreno al que ahora miraba. Una parte de su mente se sentía culpable, tal vez después de tanto tiempo debía pedir disculpas... Aunque otra parte, una parte que hacía mucho tiempo que no salía a la luz, sentía cierta superioridad. Aún se sentía como el chico mandón, el que podía con todo y podía dominar al asiático.

La parte que hasta aquel momento estaba escondida ganó cierto territorio, cuando una ligera sonrisa apareció en el rostro inglés.

-What are you doing here? Tan solo...

Bajó la cabeza como si le estuviesen regañando, aunque el nunca bajaba la cabeza, aquel rubio le había infundido muchos sentimientos extraños y por ahora sólo recordaba al más predominante, el ligero miedo de hacer algo que no le agradase, de desobedecerle y de ser castigado. Se suponía que había ido a Japón a olvidarse por completo de los problemas y asuntillos del pasado, le parecía irónico que el pasado viniese hacía el transformado en una de las personas que mas reprochaba.

La sonrisa de este, le erizó un poco la piel, le miró algo sorprendido y dió un paso hacia atras, cohibido e algo inocente.- Tan sólo salí a pasear aru...- dijo llevando sus manos hacia atras para ocultarlas y encogiendose de hombros gracias a esto, aunque era ridiculo, ocultar más sus manos era tonto, sus mangas ya eran lo suficientemente largas como para ocultarlas.

¿Qué le pasaba a Yao?, porque no simplemente le sonreía como siempre a las personas, porque se alejaba levemente ante la presencia de otro?... Su mente le empezó a torturar un poco, pero mantendría la compostura como fuese, no se iría corriendo para verse como un cobarde frente a aquel británico de doblepersonalidad que conocía a la perfección.

- Es muy extraño que estés aqui en Japón aru...- dijo casi por decirlo, no tenía muchas frases que decir y las que se les ocurrían no eran precisamente buenas para el momento... Hey por cierta parte le alegraba verle, pero una muy en el fondo, tanto le agradaba que su hermano menor no estuviese presente, le fascinaba de hecho, le daba hasta gracias a los dioses de ello. Subió la mirada para mirarle fijamente a los ojos verdes que poseía, ya que como este le miraba furtivamente el también lo haría si fuese necesario, pero su sonrisa le intimidaba de cierto modo.

Cuando sintió que el asiático daba un paso atrás, sintió toda una invitación, le invitaba a acercarse a él aún más, y así lo hizo. Se suponía que él no era así, que ya había olvidado y dejado atrás ese "oscuro pasado", de que estaba arrepentido. Sin embargo, encontrarse con algo tan directo, tan relacionado con aquella época, solo pudo haber causado esa reacción.

-He tenido que mudarme. Motivos personales, ya sabes... -Comentó, aún con esa sonrisa de medio lado en sus labios. Sus ojos verdes como esmeraldas pronto se encontraron con los marrones del chino. Incluso parecía adorable la forma en la que ahora... se veía tan frágil y manipulable como en aquellos años-. Pensaba que estarías... en China, no sé.

Guardó ambas manos en los bolsillos del abrigo, casi se podía palpar la tensión que había en el ambiente, pero no le importaba. Es más, incluso le gustaba. Volver a sentirse como entonces, como si fuera el dueño del mundo y todos los demás estuvieran a sus pies. Cuando nadie podía atreverse a desafiarlo.

Cuanto más profundo miraba al asiático, más recuerdos asaltaban su mente. Sí, en una situación normal no se hubiera comportado así, ¿entonces? ¿Por qué ahora renacía el bándalo?

-¿Cómo está tu hermano? -Preguntó en un susurro, ampliando su sonrisa.

Sus manos regresaron lentamente a su posición normal al lado de su cintura, viendo como el británico se el acercaba como solía hacer siempre cuando él se intimidaba y se alejaba... De repente no se vió en el bosque, sino en una gran casa inglesa, si los recuerdos llegaban de tal manera que hasta le hacían pensar había vuelto al pasado.

- Estaba allá hasta hace poco aru... Motivos personales también yoroshi...- dijo con suavidad y pausa, bajando la mirada de los ojos verdes del rubio...Se veía tan envuelto ante el aura del chico al frente suyo que no podía evitar pensar mucho a la hora de responderle algo. Los movimientos de este le pusieron ligeramente más nervioso, ya que no sabía lo que le pasaba por la mente a ese ser. Ante su pregunta no pudo evitar subir rapidamente la mirada para verle algo impresionado, que descarado era en preguntar algo así, él debería saber como estaba su hermano, tenía su número, dirección de casa y todo.

- Esta bien gracias por preguntar aru...- dijo con cierto enojo en sus palabras, por dios le había tocado criar a su pequeño hermano junto a ese rubio frente a él, claro Yao debía obedecerle para poder ver a su hermano y asegurarse de que creciese bien.

- Tu sabes muy bien donde esta y como aru, no veo porque la pregunta yoroshi.- dijo frunciendo ligeramente el ceño, viéndole sin chistar, aunque en su pecho seguía el miedo, si Arthur le gritaba o le reclamaba de seguro se le saldría aquel modismo que le había ordenado antes decirle " amo Kirkland" tan sólo pensarlo se le erizaba la piel.

No pudo evitarlo, así que hizo todo lo posible por que la risa ronca que escapó de su garganta se ahogase en su boca, ante aquella respuesta del asiático.

-Well, well... Parece que te has vuelto algo menos obediente con los años... -Dijo, con un suspiro. Entornó levemente las cejas, mirándole ahora no como un cazador mira a su presa, si no de una forma algo distinta, con bastante seguridad y confianza en la mirada-. Solo preguntaba por él, no creció en muy buen ambiente, ¿no crees?

Aquellos gestos que el asiático hacía simplemente le resultaban tan graciosos, tan curiosos... Sabía que estaba nervioso, y él mismo lo estaba, pero de una forma diferente. De una forma... ¿superior? Claro, porque estaba volviendo a aquellos días.

-Pero... no es el mejor tema de conversación, ¿no crees? Después de tanto tiempo sin vernos... -Comenzó, encogiéndose de hombros, aún con las manos resguardadas del frío y dentro de los bolsillos, mientras se acaba más al asiático-. ¿Verdad, Yao~? -Canturreó al fina.

Pudo notar como Arthur tranco una risotada en su garganta, haciendole bajar la cabeza algo avergonzado, no entendía que le hacía gracia, pero trataría de ignorar aquello... - Uhmmm...- musitó ante su comentario de su obediencia, que quería que hiciera?, odiaba sentirse con dudas y que no le dijesen las cosas como eran... Y siempre a ese britanico le encantaba molestarle a su manera.

- No, no lo hiso...-hiso una pausa .- Pero hise lo posible porque alla sido más grata que tortuosa aru...- dijo recordando como se hacía pasar como la persona mas feliz del mundo junto a Arthur, para que su pequeño hermano se sintiese en un mundo tranquilo y sin preocupaciones... Aunque obviamente, ambos peleaban siempre...

- Y que quieres que haga aru?... Que grite y salte de felicidad por haberte vuelto a ver?... Lamento no sea asi aru..- dijo sin expresion alguna en el rostro... Estaba dudando de la actitud que habia tomado el rubio de ojos verdes, quería insinuarle algo? o estaba en su "modo" tranquilo... No lo sabía y debía averiguarlo para saber como actuar frente a él.

Un par de pasos más. Avanzó en dirección al chino solo un par de pasos más, pero dentro de poco serían suficientes. Seguía esbozando esa sonrisa de superioridad, esa mirada de estar inspseccionándole, y su antiguo yo había vuelto al cuerpo del británico, despertando de un sueño bastante largo. Qué casualidad, haberle encontrado el día en el que había recordado aquellos tiempos... Una "buena" casualidad para el inglés, aunque tal vez no tan buena para el pelinegro.

-Bueno... Después de todo lo que hemos pasado... -Comentó, haciendo mayor la sonrisa que iluminaba su rostro-. Supongo que esperaba una reacción diferente... ¿Sabes? Casi pareces asustado... -De nuevo una pequeña carcajada, que intentó disimular cerrando los labios, escapó de su garganta.

Otra brisa fría despeinó aún más los rubios cabellos de Arthur, levantando también varias de las hojas que, secas, se encontraban a los pies del árbol. La luna iluminaba la escena, iluminaba con una luz pálida y blanca el rostro del chino. Quién sabe qué horas serían ya, pero ni aunque hubieran sido las cinco de la mañana, el sueño no habría entrado en su interior. Era una situación demasiado... ¿divertida?

Se vió aun más intimidado cuando este se le acercó, sonriendole superiormente como solía hacer, casi pidiendole con la mirada que se arrodillara, sus manos fueron ligeramente cerrandose quedando en puños nerviosos al verle tan cerca, tan imponente.

- Y que quieres que haga aru?...- dijo con suavidad y algo de molestia.- Sólo estoy nervioso por nuestro encuentro aru...- talves era Yao demasiado inocente o sincero como para decir esas cosas...Pero no se le ocurría nada que decirle a ese rubio, sentía que si se equivocaba algo malo pasaría... ¿Pero si eso ocurrió en el pasado, porque ahora seguía temeroso?, talves de sufrir unos dias con otros, tuvo que sacrificarse por cuidar a su hermano, todo por eso...

- Arthur Kirkland, debo seguir sirviendote incluso ahora aru...- dijo pensando practicamente en voz alta, como un leve susurro, casi inaudible, y al parecer sus reacciones eran del mayor agrado al británico, se sentía como su bufón personal.

La brisa fría sólo empeoro levemente su estado de animo, apretando un poco más sus puños; que no eran visibles, gracias a dios había escogido ropas que abrigaban apesar de ser practicamente ajustadas a su figura, levemente de tanto pensar en el pasado, sintió una pequeñísima punzada en su cicatriz en la espalda, pero no demostró dolor alguno, no a ese rubio, no quería verse más debil de lo que ya estaba.

La tensión que había en el ambiente era prácticamente palpable, aunque a él no le molestaba, por supuesto que no. Aún así, la parte de él que había cambiado, la parte del británico que era ahora, se sentía algo mal por el chino, por estar jugándole esa pasada después de tanto tiempo, por seguir sintiéndose superior.

Pero esa pequeña parte no callaría a la parte rebelde, que disfrutaba con lo que estaba pasando con el asiático.

Diferenció entre la oscuridad un movimiento en los labios del otro, aunque únicamente llegó a escuchar como pronunciaba su nombre.

-¿Nervioso? Oh, pero si deberíamos de ser... no sé, ¿cómo padre y madre? -Comentó, divertido. Recordaba aquella época en la que el chino se veía obligado a fingir algo parecido hacia él, por su hermano, cuándo se veía obligado a hacer todo lo que el inglés le ordenase, cuando era... prácticamente su juguete. Sí, él era su juguete, e incluso ahora quería seguir poseyendo a su muñeco-. Fuimos algo parecido, ¿no es verdad?

Lo que mencionó simplemente le hiso negar levemente con la cabeza por instinto, ya que tenía razón, no le agradó para nada haber hecho eso, así que su relación era una de las más extrañas del mundo.

- Una madre con correa aru...- dijo mirandole a los ojos.- Talves lo hayamos sido para él, pero sólo fue relación amo sirviente...- dijo con suavidad y un tono de voz más bajo que antes, se masajeó la nuca unos segundos sin tratar de mirarle... Que podía hacer?, el frío de la noche le consumía y ni sabía que hora era, todo giraba entorno al chico de al frente, que simplemente sonreía como un rey.

- Viniste a estudiar aru? O sólo por otros asuntos?...- preguntó con curiosidad, apretando un poco más sus puños, averiguaría lo que pudiese para no encontrarse con él en otro sitio, aunque era casi imposible si estaban en la misma ciudad, y si por casualidades de la vida estudiaba ahora en Rokkentei le vería en el mismo curso y todo lo demás... Ironías simplemente.

Sacó ambas manos de la chaqueta, para ahora cruzarlas sobre su pecho. Ojalá hubiera tenido allí unos guantes, porque era considerable el frío que hacía fuera de los abrigados bolsillos de la chaqueta. Pero aquella pose le daba un aspecto más poderoso, como el del Rey que un día creyó ser.

Chasqueó levemente la lengua al escuchar su contestación. ¿De verdad le guardaba rencor? Bueno, ¿cómo no hacerlo, teniendo en cuenta...? No, la parte de él que se sentía culpable estaba bien atada con cadenas y en una parte muy alejada de aquél instante. Luego se arrepentiría y pediría disculpas, sí. Pero otro día.

-Estoy estudiando, secundaria -Respondió, ladeando levemente la cabeza-. Supongo que recordarás que repetí curso, así que voy a tercero... -Comentó, desviando la mirada hacia una pequeña flor que se retorcía por el viento, blanca y casi invisible en la oscura noche-. Supongo que tú también estarás estudiando, right? -Volvió a esbozar aquella sonrisa de superioridad, al mismo tiempo que observaba como, con otro azote de viento, la delicada flor que había captado su atención se desprendía del suelo y salía volando.

Demonios! Estaba perdido, Arthur definitivamente volvía a ser como el de antes, con ese aire de superioridad, sonriente y prepotente... Cada vez se sentía más cohibido, sin saber que hacer, aunque por otra parte se sentía fuerte y con ganas de poder enfrentarle, pero porque en el exterior se veía tan débil y asustado?... No lo comprendía en absoluto.

- Y yo supongo, sabes que yo no necesito estudiar aru, pero aparento hacerlo yoroshi .- dijo seriamente, recordándole que él hacia mucho tiempo que había terminado sus estudios, él no necesitaba volver a estudiar ese tipo de cosas, simplemente, pretendía vivir normalmente. Eran una de las pocas cosas en las que se sentía superior al rubio frente a él, y no podía negar una parte de él le encantaba entrar en discusión de quien era el mejor, aunque ese era un comportamiento realmente infantil.

- Rokkentei me imagino vas no aru?... Que desgracia tener que verte todos los dias aru...- dijo en un tono bajo pero realmente se divertía diciendo eso, tan sólo quería probar si el Británico seguía siendo el mismo de siempre.

Puede que las palabras del pelinegro intentaran ir contra la superioridad que el inglés sentía en aquellos instantes, pero había que admitirlo; por fuera estaba impresionantemente débil, manejable... asustado. O esa era la impresión que le daba al rubio.

Abrió levemente los labios, dejando salir un aliento que al contacto con el aire frío se volvió vaho. No es que tuviera realmente, teniendo en cuenta que se había criado en Londres, pero la temperatura debía de ser bastante baja, si además le sumamos las pequeñas ráfagas de viento que vez en cuando azotaban el bosque.

-Así es, Rokkentei -Asintió, aún con esa enorme sonrisa, cada vez se sentía más como antes, cada vez se sentía más un Rey-. Oh, así que tú también... -La muestra de superioridad desapareció por un breve momento. Pero tan solo para volver intensificada. No, esta no era una sonrisa de soberanía, era más bien... Como la de un cazador observando el más débil momento de su presa-. Nos veremos en clase, supongo... ¿Por qué tan mala cara? -La verdad es que ahora hasta se la hacía graciosa la mueca que el otro había puesto al comentar que se verían cada día.

El chasquido de hojas rompiéndose volvió a aparecer cuando el inglés siguió caminando, acercándose más al asiático, sin darle tiempo para que reaccionara y retrocediera, atrapando su barbilla con su mano derecha.

-¿No somos buenos amigos, Yao?

Pensaba que la situación no podía empeorar, pero estaba equivocado,al verse forzado a mirarle, tomado por la barbilla... Su corazón se aceleró aun más y sus labios temblaban ligeramente y no por el frío que hacía esa noche, sus puños se cerraron con fuerza, perdiendose en aquel universo de color verde que eran los ojos del británico.

- ah...si asi lo quieres ver adelante aru...- susurró encogiendose ligeramente de hombros y entrecerrando sus ojos para tratar de no mirarle tan fijamente, lo cual se le hacía imposible. Si buscaba resistirse de seguro sería tomado por la fuerza como antes, su mente siempre se encontraba débil ante aquel chico, psicológicamente vulnerable...además de sus fuerzas eran absorbidas por esa superioridad que emanaba Arthur Kirkland.

La debilidad de Yao, sin duda era su pasado, él era una persona positiva que miraba al futuro, pero el pasado era demasiado tortuoso... Lo único que le encantaba de su vida con el inglés fue conocer a la hermosa Londres, verse envuelto por aquella aura europea, y de gente tan sofisticada.

Su mano izquierda fue hasta la mano derecha del rubio para indicarle no quería le tomara por la barbilla, en esos leves impulsos de querer separarse de él, pero no tenía la suficiente voluntad para apartar su mano. - Que...quieres de mi?..- preguntó lentamente, cada vez más nervioso, erizandole la piel el viento frío que pasaba nuevamente.

Sí, se veía completamente adorable de aquella forma, casi podría jurar que había tiritado, aunque posiblemente fuera más de frío que de miedo por su persona...

Qué divertido sería hacer que fuera al revés...

Sintió como la mano del otro se posaba sobre la suya, la que agarraba y obligaba al chino a mirarle. Casi más por instinto que por otra cosa, se relamió los labios con la lengua, como si estuviese observando a una deliciosa víctima.

-No sé, ha sido verte y... Has vuelto a despertar al yo de aquel entonces~ -Comentó casi musicalmente, mirando fijamente los ojos café con los suyos verdes-. ¿No crees? Sería divertido volver a aquellos tiempos...

Apretó más fuertemente la forma en la que agarraba al asiático, aumentando por segundos su sonrisa y su gran sentimiento de superioridad.

-Eran buenos tiempos... Tú obedecías todo lo que te dijera sin chistar, yo era poco menos que el rey de las calles... -Se veía inmerso en los recuerdos de aquél entonces, y casi hubiera jurado que se encontraba de nuevo en las frías y solitarias calles bajas de Londres, acosando de nuevo a un asustado Yao, y casi sintiendo el peso de un traje de rey que, mentalmente, se había colocado él mismo-. Por no hablar de nuestros pequeños momentos... ¿no te gustaría volver a ellos? -Susurró, acercándose más al otro.

Cerró los ojos con fuerza, resistiendose a mirar a los ojos a Arthur, y su agarre ahora era más fuerte, doliendole con ligereza. Su mano posada sobre la de él aplico un poco más de fuerza para intentar apartarla de su barbilla, que horrible situacion de aprieto se le había presentado, todo era exactamente como antes.

Le escuchaba, tan superior, tan egolatra, increiblemente se oía como el amo de Yao, buscando ordenándole en cada palabra y expresión que hacía. - ba...basta aru...- musitó debilmente viéndole a los ojos, no podía ser autoritario, su garganta no respondía a sus deseos y ganas de gritarle, reclamarle y alejarse de él.

Su mente podía olvidarlo, pero su cuerpo resentía ante el tacto del británico.- No quiero aru...- dijo cerrando los ojos con fuerza para no visualizar tanto el rostro del rubio que estaba más cerca, su presencia sin duda la conocería incluso sin verle, lo conocía a la perfección y aquello para él, no iba por buen camino.

- Me lastimas...- comentó entrecortado por su agarre tan brusco como siempre.

-Oh~?

Casi melodiosamente, dejó escapar un sonidillo cuando escuchó aquél "basta". Qué divertido hubiera sido haber tenido alguna de las pistolas que habían quedado en su antigua casa, en aquél deseo de olvidar la vida que ahora mismo estaba reviviendo, aunque solo fuera unso segundos, unos minutos o unas horas más...

-¿Qué has dicho, Yao? ¿"Me lastimas"? -Repitió las palabras del asiático con cierto sarcasmo, para luego dejar escapar una pequeña risa de sus labios-. No puedo oírte si hablas tan bajo... ¿No sabes hablar más alto? ¿No sabes gritar? De todas formas, nadie te oiría...

Aquél chico no había sido el único al que había atemorizado en aquella época, claro que no... Sin embargo, mentiría si dijera que aquél no era su favorito. Casi como un... ¿juguete? Más de una vez pensó en él de aquella manera, en aquellos tiempos hasta pudo haberse cautivado ligeramente por el encanto del pelinegro...

La verde mirada del inglés parecía la de un maniático, tenía un ojo más cerrado que otro y miraba al chino como si fuera a lanzarse sobre él y... ¿destriparlo? ¿quemarlo? No, mas bien... devorarle, en cualquier instante. Aún así, había que contenerse.

La noche aún era joven, y esa llama que a cada segundo ardía más fuerte en su interior no se apagaría así como así.

(lo siento lo siento lo sientoo DDDDx)

Dejó escapar un leve gemido ahogado ante las palabras del británico frente a él, si estaba perdido, ¿que podía hacer?, los demonios del pasado le visitaban ahora más que nunca, personificados en uno de sus protagonistas.

El rubio tenía razón, que ganaba con gritar, reclamarle o hacer otra acción para separarse de este, no tenía caso, sólo conseguiría ser aun más humillado de una manera más brusca...Sus manos temblaban ligeramente, su respiración era un tanto entrecortada y sus ojos buscaban apagarse, acaso volvería a ser aquella muñeca colgada de los hilos de ese jóven?... Ironía, una vida irónica y que a Yao le perseguía.

- Arthur...porfavor...- musitó casi implorandole, su mano que se apoyaba en la de este hiso un poco más de fuerza, y dió un paso hacia atrás pero el agarre de su contrario no cedería tan facilmente. Y su fuerza para soltarse de esos pequeños impulsos desesperados y se apartó de este a unos tres pasos más. Podía correr pero sus piernas no iban a responder, y tan sólo una orden que saliese del inglés le paralizaría por completo, además de que se vería como un cobarde al huir, talves esa era la razón por la cual nunca escapó de sus dominos, ese pequeño y punzante orgullo que poseía.

No movió ni un músculo al notar que los intentos de huida del asiático aumentaban en fuerza, y hasta desapretó levemente dejándole ir. Observando bien como daba... un, dos, tres pasos hasta que no se movió. Pero aún si hubiera empezado a correr, solo habría sido hasta que escuchara la voz del inglés.

-Quieto -Le ordenó, bajando la mano que antes se encontraba sobre la barbilla del chino. Claramente, sabía que, aunque ya casi no tuviera ningún poder sobre él, una orden que saliera de su boca era suficiente para que Yao la obedeciera. Y es que las órdenes, son órdenes.

Lentamente, dejando que sus pies descansaran un poco entre cada pisada, se acercó de nuevo hasta el otro chico, aunque esta vez sin quedar tan cerca como antes. Le inspeccionó de arriba a abajo con la mirada...

¿Qué tenía aquél chico que le había echo volver a la época de la que más se arrepentía, aquello de lo que más se escondía? A lo mejor era por ser el primer contacto directo con el pasado en demasiado tiempo, por lo que esa especie de locura le había invadido de nuevo...

Se sentía completamente como un rey. Sí, un Rey. Pocas cosas habían en el mundo, al menos en ese momento, que le gustasen más que autoproclamarse un Rey... ¿De qué? Ahora mismo, sentía que tenía el mundo en sus manos... Por sentir al asustado chino como bailando en la palma de su mano, sentía que podía tener a todo el mundo a sus pies.

-No vas a irte a ninguna parte, Yao -De nuevo no era una pregunta, ni una sugerencia, era claramente otra orden. Sacó la mano que llevaba este tiempo en su bolsillo y la colocó sobre el pecho del otro, sobre su corazón-. Y vas a hacer todo lo que te diga.

Ahí estaba aterrorizado, con ganas de desaparecer de la vista del británico, pero cuando este le indicó la primera orden, se quedó atónito, paralizado más de lo que estaba y su corazón empezó a latir vertiginosamente nervioso. Sus ojos se abrieron ligeramente viendole acercarse con lentitud, esperando una palabra del rubio, que le intimidaba y le dominaba por completo ahora.

Yao se sentía como el esclavo que besaba los pies de su rey, temeroso por ser castigado u amenazado con algo que le importase, en el caso de antes su hermano, además de que las pistolas con las que le amenazaba le ayudaban con su miedo.

Su otra orden fue más impactante, haciendo que se asustara con el movimiento que este hacía con su mano hasta llevarla a su pecho, cerró los ojos unos segundos al sentir su tacto, y los abrió lentamente para escucharle, ahora su mirada era apagada, sin ningún tipo de esperanza, se había vuelto a encadenar al británico.

- Como usted diga aru, Amo Kirkland...- dijo con suavidad sin mirarle al rostro, con los ojos entrecerrados fijos en el suelo, sus manos seguían temblorosas con ligereza, y aquella frase que había salido por instinto le torturaba por dentro, bajaba un poco más la cabeza sin darse cuenta y su boca se encontraba entreabierta para poder respirar con profundidad.

Aquél sentimiento de sádica felicidad aumentó al comprobar por el ritmo del corazón del chino, lo que ya sabía. Su presencia aún seguía imponiéndole el máximo respeto, aún era su amo, al menos psicológicamente.

Agarró con fuerza la ropa del asiático, casi intentando clavarle las uñas. Volvía a tener a su esclavo y nadie podría interferir en un lugar tan apartado como aquél. Un sinfín de opciones aparecían en su mente, la cual le parecía mejor que la anterior...

Aunque primero había algo que aclarar. Quería ver el miedo que Yao le tenía, y que en sus ojos castaños se reflejase la actitud de Rey, de Amo... y aunque era exagerar, de Dios.

-Mírame a los ojos, Yao -Ordenó, aumentando la fuerza del agarre de la ropa del chico. Amaba escuchar como el corazón asiático latía assutado, le emocionaba pensar que por las venas del chino corría con desesperación, lleno de miedo...

Deseaba, ahora más que antes, tener algún arma con la que amenazarle. Sabía que su simple presencia era como colocar una espada recién afilada a dos milímetros del cuello del pelinegro, pero se sentía incluso mejor si apuntaba a su sien con una fría pistola...

-Ahora, arrodíllate... Y pide disculpas ante tu amo por intentar huir -Soltó el traje del chino después de esa orden. Sabía que el otro no huiría...

Su agarre hizo que su garganta dejara salir un pequeño gemido asustado, pensando si le haría daño, si le golpearía o que demonios pasaba por la mente del británico en ese momento...Sus ojos se mantenían con fuerza cerrados para no verle pero podía sentir su aliento muy cerca de sí, aumentando aquel temblor en sus manos, que ahora maldecía no tener un traje de mangas más largas para poderlas ocultar.

Su orden simplemente hiso que sus ojos se abrieran enseguida, como fiel esclavo, obediente sin replicarle, le miraba, ahí estaban esos ojos verdes esmeralda transmitiendole miedo en cada movimiento de su iris. Sus labios estaban temblorosos, dejando su boca entreabierta, y así tener otra manera desesperada de respirar.

Le soltó, si aunque no lo creía posible, también dejó con ello una orden; una humillante orden, se maldecía a si mismo porque su cuerpo inmediatamente se fue bajando lentamente, para quedar de rodillas frente a él. " No quiero volver a obedecer a este idiota..." pensaba buscando alguna respuesta de su cuerpo, pero no la conseguiría no ahora.

Bajó más su rostro junto con su cuerpo para dejar una reverencia marcada frente al rubio de ojos verdes, su cabello resbaló por su espalda y dió con el suelo delicadamente, ocultando aun más su asustado rostro. - L- la- lamento mucho haber intentado escapar aru, perdóneme amo Kirkland aru...- dijo con suavidad y tratando de sonar lo más claro que podía pero su voz buscaba quebrarse, aunque ese hombre jamás le vería llorar.