Una noche bajo las estrellas [Kytsume&Yao]

En un comienzo tan sólo podía escuchar la voz de Yao, mirando sus ojos y todas los pequeños matices que tomaba su rostro con cada una de las cosas que decía. Observaba su cabello, que danzaba levemente con cada movimiento de sus hombros al extraer los sadwiches de la cesta. Y sus finos y largos dedos, sumamente hermosos, sosteniendo aquella sencilla cena que parecía querer degustar.

Apenas unos segundos después sintió la presión de un sandwich sobre sus labios y no tuvo inconvenientes en abrir la boca y darle un primer e intenso bocado. Realmente no tenía demasiada hambre, pero si era Yao quien quería cenar en ese momento no había el más mínimo problema para hacerlo.

El peso de su cabecita sobre su propio hombro le daba una seguridad que no recordaba haber tenido en mucho tiempo. En su mente ni siquiera necesitaba decir palabra alguna para mejorar aquel momento que, a su parecer, ya era perfecto por el mero hecho de que aquella persona por la que daría la vida sin pensárselo dos veces estaba allí, justo a su lado y disfrutando de una cena que distaba mucho de lujosa.

Y en ese preciso instante, escuchó las palabras de su prometido, que le sorprendieron y le inundaron el pecho de un sentimiento caliente y lleno de afecto. Sentía los nervios acariciarle suavemente el vientre y como sus mejillas tomaban color entre aquella oscuridad nocturna tan acogedora. Quería que fuese a vivir con él, quería tenerle en su casa y que pudiesen compartir su rutina como pareja, como los prometidos que ahora eran.

- Me encantaría vivir contigo, Yao -apenas pudo dudar- Creo que estando a tu lado día a día seré el hombre más feliz del mundo... -el color de sus mejillas aumentó- Pero... podremos compartir la misma cama ¿verdad? -deslizó una mano hacia la pierna de su amante y la acarició con cariño, girando el rostro para mirarle-.

Realmente ni sabía si su estómago se estaba llenando, había otra sensación que le dominaba por completo y era los ligeros nervios, la calidez y felicidad que le impedía sentir algo más...Comía sin más, capaz hasta lo hacía por gula, disfrutando del momento que tenía con el chico, continuando aquel sonrojo que se le había asomado por las mejillas con sus palabras anteriores, esperando por respuesta.

Miró entonces a Kytsume cuando este hablaba, se había apenado como él, eso le calmó irremediablemente, sus ojos sin duda le hipnotizaban, y su voz le emocionaba, llenándole de tranquilidad absoluta. Sin más una risa se asomó por su garganta, ahogándola sin mucho exito, gracias a las palabras del menor, su pregunta sin duda le hiso gracia y le lleno de ternura en cierto sentido...

- Eso ni se pregunta tonto...- sonrió algo divertido.- Por supuesto Kytsume aru, compartiremos muchísimas cosas yoroshi.- se acercó a su rostro acariciando la nariz de este con la suya por un segundo y luego le otorgaba un beso corto en los labios con tranquilidad.

- Me alegra vengas conmigo aru...No se como puedo estar mas feliz con cada momento que paso contigo aru...- dijo pensando en voz alta, con sus ojos entrecerrados y una sonrisa plena.

La sonrisa de Yao era una hermosa melodía para sus oídos. Aquella respiración dulce, los leves sonidos que se producían en su garganta, jugueteando con sus afinadas cuerdas vocales. Todos sus gestos faciales, sus labios tornandose ladeados y sus ojos entrecerrándose porque sus mejillas se elevaban sin que él lo hubiese planeado. Quizá por todo aquello o por los miles de sentimientos que afloraban en su pecho cuando a su prometido se le iluminaba la cara, quizá por esas pequeñas cosas, la sonrisa de Yao era uno de sus espectáculos predilectos y le encantaba ser el causante de esa felicidad reflejada.

- Y podremos cocinar juntos ¿Verdad? - se relamió suavemente los dedos, por instinto más que por deseo - Me encanta observar como te concentras... además, siempre podré obtener un postre de lo más interesante - le miró con una sonrisa pícara, un tanto pervertida, buscando ese leve color carmín que se dejava entreveer, a pesar de la oscuridad, en las mejillas de su hermoso amante.

Se había quedado estático unos momentos, sin mucho que hacer, sólo terminar aquel alimento en sus dedos, mirando a la nada embriagado por el aroma del chico a su lado... Se sentía en las nubes, viajando con la brisa mas fresca que jamás habia sentido.
Parpadeó finalmente y escuchó las palabras de el joven de cabellos blancos, sonriendole a gusto.

- Por supuesto aru..- sonrió dulcemente mirandole con detenimiento como se chupaba los dedos, ladeó un poco la cabeza esperando alguna frase de su parte... Y como siempre, sus mejillas tomaron un color rojizo ante aquella frase, si sin duda eso era lo que buscaba Kytsume, apenarle y avergonzarle.

Yao hiso un pequeño puchero y miró hacia otro lado.- Siempre sales con ese tipo de cosas aru...- dijo como niño pequeño reclamándole, luego sonrió suspirando, no le pediría cambiara, para él Kytsume era perfecto tal y como era...- Siempre pensando con picardía tu aru...- negó con la cabeza como diciendo "este no tiene remedio" y luego rió divertido.

Papadeó levemente, observando todos y cada uno de los leves movimientos que el cuerpo de Yao dibujaba sobre el aire. Como un lienzo etéreo que se desplegaba ante él. Se sentía embriagado por su aroma, como siempre que se quedaba durante un largo rato observándole. Su melena se movía lentamente y era suave al tacto, pues la conocía bien.

- Es mi picardía la que me hace diferente - deslizó sus dedos por la mejilla derecha de Yao, mientras sus ojos de fijaban directamente en sus delicados labios - pero no importa cuan pícaro sea, no hay nada más hermosamente excitante como tú.

Su dedo pulgar siguió el recorrido que la comisura de sus labios iniciaba. Se movía de un lado a otro, lentamente, disfrutando el aliento de su prometido sobre él. El corazón se le saldría del pecho. Su mente circulaba a una velocidad diferente a la cotidiana. Sus pupilas se habían dilatado.

Su pequeño acto de "niñería" se había ido casi al instante, pues se había quedado como su prometido, observándose mutuamente por unos segundos... ¿Cómo podía?, esos ojos carmesí eran en definitiva algo a lo que en tan poco tiempo se había vuelto adicto, le gustaba observarlos, perderse en ellos, en ese mar de misterio que siempre le mostraban, simplemente se quedaba absorto y se olvidaba de todo.

Cerró sus ojos unos segundos, al sentir el tacto del otro sobre su mejilla, acunando su cabeza por donde ahí pasaba la mano de Kytsume, haciendo que por inercia, se dibujara una pequeña sonrisa en su rostro, que sus mejillas dejaran ese tono rosado de emoción, que sólo sabía producir el peliblanco. Le escuchaba, le escuchaba muy bien, en medio de ese bosque que los protegía de las miradas curiosas, que sólo la luna fuese su fiel acompañante, iluminandoles tan maravillosamente.

Sus ónices marrones se dejaron ver al sentir el tacto en sus labios, encontrandose con los rojos, volviendo a hacer contacto unos con los otros, reconociendolos al instante...Esos espejos de su prometido, que le habían flechado desde hacía un buen rato, y se sentía egoísta, pues los quería sólo para él, al igual que el resto del chico, de ese peliblanco, menor que él, pero más alto, tan diferente, pero a la vez tan igual... nada más le había encantado.

Sonrió dulcemente al instante, sin apartar la mirada .- Y por eso te amo Kytsume...- dijo ruborizándose un poco más que antes, dejando que la emoción de estar con ese chico le llevara, que sus ojos se entrecerraran y mostraran ese tonto brillo de cariño en ellos.- Gracias.- dijo con mucha suavidad acercándose a él y sin poder evitarlo besarle en los labios con todo ese sentimiento que le quería demostrar, que le amaba.