Under the Sky~

-Entrada la noche, caminaba por un extendido camino empedrado de aquella ciudad. Su corta estancia en aquel agradable lugar le era grata y bastante amena, y su curiosidad por conocer lugares nuevos era latente en el. Veia el frío reflejado en el rostro de los que junto a el, transitaban en un vaivén la congestionada calle. Las luces de todos los comercios y casas aledañas se reflejaban el el piso humedecido por una corta lluvia que habia caido hace poco mas de una hora. La verdad, dentro de si, amaba todo de este lugar; incluso el clima frio que a muchos disgustaba. Conservaba dentro de la rojiza capa, bien abrigada, sus manos, que aun sobre tanta tela estaban frias. Era increíble, ver de nuevo una cosa tan sencilla como la lluvia después de tantos meses de sequia. Conseguía narices y orejas rojas por doquier. Esto ultimo le causaba cierta gracia, cosa que le producia una permanente sonrisa en el rostro-

-Habia quedado de verse alli con el Profesor Tatsumi Naoka, el dia anterior después de una amena tarde de té. Era bastante agradable hacerse de un amigo estando tan reciente su ingreso. Le habían sorprendido sus habilidades de oratoria para entablar una conversación lucida y educada. La forma en la que se comportaba era admirable, y esto le hacia sentir en parte comprendido y en parte emocionado. Muchas veces se le habia reprochado que era demasiado “estirado” con sus modales, pero después de tantos siglos, esa era la unica manera que conocia para comunicarse.-

-La verdad, esque no sabia que los tiempos cambiarian tanto- Susurró-

-Escogió un banco que no estaba ocupado en ese lugar, y decidió sentarse a esperar a su acompañante. Esperaba con ansias continuar la conversación de el dia anterior. Esbozó una corta sonrisa mientas su aliento se volvia blanco entre las azuladas luces que adornaban el paisaje-

Nunca una bufanda me había dado tantos problemas seguidos. Llevaba todo el camino intentando aclararme con ella. Por más que la colocaba una y otra vez, ésta siempre se empeñaba en moverse y acabar justo al lado contrario. Suspiré agobiado. Me sentía tan torpe. Tuve que dejarla en un segundo plano, en un nudo básico. No merecía la pena continuar con aquello. Estaba nervioso y se notaba. Llegaba algo tarde a la “reunión” con el profesor Remindorf. Me había entretenido sin mala intención. No contaba con aquel cambio climático y claro, buscar el atuendo correcto no había sido sencillo. Eso me pasaba por no haber deshecho la maleta aun. Aligeré el ritmo poco a poco, sin oportunidad de fijarme en el bello entorno que atravesaba. Normalmente, era puntual y me molestaba hacerle esperar. Por ello, apenas terminaba de sentir el frío de aquella hermosa noche. La prisa daba paso al calor y claro, su barrera era más contundente. Al llegar al lugar indicado me detuve y busqué visualmente al joven.

-Mmm…

Al fondo de la zona, sentando en un banco con su perfil tan característico, le encontré. Unos pasos más bastaron para posicionarme delante de él.

-¡Lo siento!

Fue lo primero. Pensaba saludarle cordialmente, pero aquella disculpa tímida y excesiva tuvo el honor de salir en primer lugar. Le miré algo avergonzado, mientras me ajustaba debidamente el abrigo.

-Espero no haberle hecho esperar demasiado…

-Observó al otro algo agitado llegar sorpresivamente con paso apurado. Llevaba una gruesa bufanda junto con su vestimenta habitual. Algo le resultaba especial en el pelilargo, pero antes de poder seguir pensando una corta frase con la voz algo entrecortada rompió el silencio entre los dos, mirando con cara de sorpresa al recien llegado;

-¡Lo siento!- Recitado con una voz algo timida y entrecortada por el agite. Una sensación calida le invadió entre todo ese clima tan frio, sin notar que el silencio se estaba haciendo evidente. Ya esto era demasiado reciente, quedar como un estupido frente a Lord Naoka tan seguido…-

No se disculpe, la lluvia me ha retrasado un poco, y acabo de llegar no hace mas de quince minutos. -Replicó-

-¿15 minutos?

Me desplomé en el banco a su lado algo abatido, deshaciéndome de la bufanda de forma brusca.

-Debí avisarle de mi retraso, no debe ser agradable estar tanto tiempo bajo esta “helada”.

El tiempo tampoco había sido tan abrumador, pero aun así, no había sido correcto haberle hecho esperar a una eminencia como él. Respiré profundamente para equilibrar la aceleración de mi respiración y le miré sonriente.

-Recuérdeme que le invite a una nueva taza de té por mi pequeño desplante.

Apoyé cómodamente mi espalda sobre el respaldo húmedo del banco sin dejar de mirarle.

- Sonrío casi inmediatamente al oirle- Esta helada…? Le va a sorprender, pero por el contrario me encanta este clima como no se imagina Ud. – Sintó el peso del otro a unos centímetros de el lugar en donde estaba sentado-

-Recuérdeme que le invite a una nueva taza de té por mi pequeño desplante.-Escuchó de aquel que ahora se tornaba un tanto mas calmado, viendo como se deshacia de lo unico que le abrigaba frente a aquel inclemente clima.-

Oh, mi Lord~No ha sido ningun desplante, pero el placer de acompañarle será mio. Al parecer nuestros encuentros serán justamente marcados por una buena taza de té bien cargado. –Respondió con un tono de voz grave, mientras veia caer tiernos y pequeños copos de nieve sobre el grisáceo y sedoso cabello del contrario-

Me parece que, debido al clima, tendre que aceptar con mucho gusto su propuesta, o nos colmaran los copos, mi Lord~. – Levantandose del sitio, que habia marcado su silueta con pequeñas gotitas mientas extendia su brazo de entre la rojiza capa a Tatsumi~San-

Asentí. Al igual que él, compartía el mismo gusto por la climatología “complicada”. No me hubiese importado quedarme bajo la nieve, sentir su tacto y su presencia. Pero una promesa, era una promesa. Ignorando los pocos copos que portaba encima, accedí a levantarme con la ayuda de Xen.

-Creo que le debo algo más que dicha invitación, ¿no?

Era un recordatorio hacia nuestra última conversación.

-¿Dónde desea que continúe la “velada”?

La zona estaba llena de lugares a los que acceder para disfrutar de algo de calor y buen té.

- Al sentir al otro tomarle de el brazo sintió un corto escalofrio en la espalda que le obligó a poner cara de estúpido por algunos momentos, disimulando casi perfectamente. Ahora tomándole de el brazo al pelilargo camino por la empedrada calle nocturna. Se habia descongestionado con la hora, después de el encuentro. Al parecer el frio se había intensificado. No le mostaba, pero temía por la salud del otro. Tenía las mejillas sonrosadas por el frio, y graciosamente, era uno de aquellos que se le tornaba color cereza la punta de la naríz. –



La verdad, he esperado ansioso su respuesta, mi Lord- Contestando aquel recordatorio acerca de la conversación que habian acortado el dia anterior. De algun extraño modo, habia algo en aquel jóven… algo extraño que le resultaba familiar.

-Observó un pequeño café con mesas de exterior debajo de un bonito techo azul. Le parecio perfecto para poder continuar su conversación. Dirigiendo los dorados orbes-

Me parece bien, en aquel lugar, mi Señor Naoka- Escoltandole, de alguna manera, hasta el sitio. Probablemente no entendía porque, con este jóven sentía la incesante necesidad de protegerle. Lo miró en una corta pausa de silencio.-


- ¿Cómo le trato la noche de ayer?...- Dijo, observandole ahora, con una amplia sonrisa en los labios-

Le había dejado la responsabilidad de elegir el lugar idóneo para confesarle temeroso el mayor de mis pecados. No solía simpatizar con nadie de forma tan rápida y concluyente, pero aquel joven infundaba la confianza suficiente como para dejarme arrastrar por él. Por ello, me sorprendió el hecho de haberme agarrado a su brazo durante el corto trayecto hasta el café. Quizás, necesitaba cierto acercamiento social para no olvidarme de que aun era real. El frío se había intensificado. O mejor dicho, mi temperatura corporal había bajado repentinamente después de la pausa que había realizado en el banco. Si es que las prisas nunca habían sido buenas para nadie…

-Hay respuestas complicadas de dar, ¿sabe? Y ésta que tanto espera podría cambiar ciertos hechos o aspectos…

Fue lo único que le aclaré durante el “paseo”. Realmente, me sentía preocupado, asustado incluso. Aquel tema llevaba tanto tiempo escondido en mi mente que ni yo mismo sabía como podría afectarme volver a recordarlo. Pero ahora no podía echarme atrás. Él había tenido la suficiente valentía para hablarme sin reparos de su vida pasada y yo me había comprometido a explicarle la mía. No me sentía obligado, ni mucho menos, se trataba de una prueba personal más que nada, de un reto… Al llegar al café resguardado por la impresionante persona de Xen, sólo pude asentir y aceptar de buen agrado su excelente elección. Desde aquella cuidada mesa exterior podría observar la nieve caer sin problema alguno. Un detalle que me encantó. Tomé asiento cerca de él y me froté las manos vagamente para encontrar un poco de calor. Ante su pregunta, mis ojos se encontraron con los suyos. No me había fijado hasta ese momento del color tan curioso que tenían. Pero no era eso lo que me intimidaba de ellos, era su expresión, su fuerza, su profundidad… Parecía leerme. Pocas personas tenían esa característica tan personal y especial. Debieron pasar unos segundos antes de que reaccionara y me centrara en su cuestión, intentando mantenerle la mirada sin avergonzarme.

-Horrible, como de costumbre… - acabé por responderle - Las pesadillas volvieron con más violencia que nunca…

Abrí los ojos aun más al terminar la frase. Había sido bastante inconsciente y seguramente, aun no podía entender por qué le había dicho algo así. Oculté mis manos bajo la mesa para disimular el primerizo nerviosismo que surgía en mí. La tarde anterior había sido muy amena, lo mejor del día me atrevía a admitirme a mi mismo, pero la noche… Su oscuridad era suplicio desde hacía años, no más que mi actual soledad.

-Xen…

La confianza dada por el profesor me permitía utilizar un nombre menos formal para dirigime a él. Le desvié la mirada. Podía haber esperado a que nos tomaran nota o nos trajesen algo calentito que tomar, o simplemente, haberle devuelto la pregunta. Pero no, tuve la necesidad de ir más allá, de soltar una “exclusiva” repentina.

-Lo que voy a decirle a continuación puede condicionar su visión sobre mí… Algo lógico y esperado, pero todo tiene su razón de ser. O así debería ser en teoría… Entiendo que, quizás, pueda parecerle un hecho minúsculo ante su experiencia vital. Yo no puedo alcanzar la magnitud de su sufrimiento, así que en este momento sólo puedo desarrollarle el mío lo mejor que pueda.

Hice una breve pausa y volví a mirarle directamente a los ojos más apenado que nunca.

-Verá… Tiene delante de usted a un asesino.

No todos los días se daban afirmaciones como aquellas y el nerviosismo estaba dando paso a una calma inusual en mí. Era la prueba inicial del pánico que estaba a punto de experimentar. No sabía si levantarme, hacer la maleta y desaparecer del lugar o esperar ver su reacción y comprender si merecía la pena relatarle la naturaleza de los hechos.

Notó que aquél que le acompañaba parecia bastante distraido, en el trayecto hacia el café. Escuchando de repente con aquella timida voz, un comentario que irrumpia en sus pensamientos;

-Hay respuestas complicadas de dar, ¿sabe? Y ésta que tanto espera podría cambiar ciertos hechos o aspectos…

Al parecer, le había emitido una pregunta demasiado personal para el gusto de el contrario. Quizá no debía haber preguntado algo tan profundo, contando que aquel no era una persona demasiado conocida. Comenzaba a arrepentirse. Qizá aquel silencio era causado por incomodidad de responder una pregunta como aquella. A este punto no sabía realmente si habia sido una falta de respeto ser tan descarado. Comenzaba a pensar que algo en su ser estaba pasando. No podia pasar por alto las numerosas situaciones en las que siempre se topaba haciendose el estupido, quedandose callado o mirando a la inmensidad con aquel muchacho. La verdad realmente se sentia en el tope de su ignorancia, ahora que habia caido en cuenta de la idiotez que habia hecho. Le observó con algo de preocupación. Quizá me estaba tomando muchos derechos que no me correspondian…pero al parecer ya no habia vuelta atrás. Intentaba no mirarle ya que provocaria algun contacto telepatico, que queria evitar, ya que… no queria oir lo que estaba deduciendo en su mente antes de tiempo.-Para mi desgracia de nacer elfo, pensó-


-Extendió la silla de aquel, para que tomara asiento, mientras le observaba contemplando la nieve, que cada vez se tornaba mas espesa, mientras dejó ver una pequeña sonrisa junto a aquellos ojos tristes, que pronto se encontraron con los mios. Quize rehusarle la mirada pero no pude. Aquellos ojos carmesí eran tan profundos…Pero parecian detenidos en el tiempo. No emití ningun comentario… La verdad podría quedarme mirandole toda la tarde – Pensó- …. Aunque instantáneamente un pensamiento golpeó mi sentido comun. De nuevo la incesante pregunta de qué me pasaba. Aquel comportamiento me parecía inaceptable, y me debatia a mi mismo esto, junto con lo agradable que era pasar el tiempo con el. Dentro de poco, para como iban las cosas, me iba a volver loco.


-“Horrible, como de costumbre… “ – Le escuchó. Este comentario le dejó algo consternado. Qué podia ser tan malo como para hacer de una noche sempiterna tal desastre. Decidí callar, esperando quizá algun detalle mas preciso antes de preocuparme, mientras veía al otro ocultar sus manos. La verdad estaba haciendo bastante frio, y la situción me habia alejado un poco de la realidad…-

-Xen…-Muscitó. No sabia por que, pero aquel sobrenormbre que habia utilizado por tantos años, pronunciado por aquel, habia causado una sensación calida y fría en su estómago al mismo tiempo. Escuchó atentamente lo que el otro le estaba diciendo, mas nervioso que nunca. Este nerviosismo no lo sentía desde hace decadas. Comenzaba a pensar tambien que se habia vuelto un insensible envuelto de etiqueta refinada. Antes de continuar, Lord Naoka hizo una pausa algo preocupado, mientras lograba escuchar pensamientos inquietantes en su mente del ajeno. Pensamientos que no eran nuevos, y le resultaban familiares. Quizá, volvia a revivir los mismos temores de su pasado; ahora mirandole, no podia ser tan expresivo como en aquellas epócas. Ya que la calma era una virtud que le caracterizaba, pero aclaró su vista antes de continuar escuchando sus palabras.

-Verá… Tiene delante de usted a un asesino.

Esas palabras, congelaron su alma hasta lo mas profundo de su ser, y algo en su estomago se revolvió ante tal frase, en ese tono tímido de siempre. Una parte de el se alegro, la otra quedó en shock, guardando como siempre una tez calmada que solo revelaba su desencajo. El mas pequeño le miraba con algo de miedo, y una expresión algo insegura en su rostro. Debía reaccionar pronto, o presentia que aquel se iría.-

-Bajó la mirada un poco, mientras desabrochaba los medallones color oro de su capa, mientras se levantaba de la mesa, dirigiendose a poca distancia del otro. Procedió, a colocarle la fina tela, estrictamente bordada, que hacia juego con el carmín de sus ojos y resaltaba aquellos fugaces orbes rojos, haciendo un clic con los dos broches.-

Mi Lord… El frío es una diosa despiadada, dijo, desde sus espaldas, cercano a su rostro. -Volvió a su lugar, mientras llamaba al Maître con una señal de sus dedos.-

Verá, que por su rostro esta predestinado a pensar que le juzgare; pero no tengo ese deber, o poder, y al igual que Ud escucho mi “fantastica” historia, que muy fácilmente pudo ser malinterpretada, solo puedo decir, que espero que tenga buenos motivos para habrer tomado esa decisión mi Señor. Mirandole tiernamente, mientras sonreía frente a el. Solo pudo resolver en su mente la frase de “Ladrón que roba a Ladrón, tiene cien años de perdón.-

Me quedé atónito ante su tranquila reacción. Incluso después de haberle confesado algo así, él seguía atento a mí. ¿Por qué? Le agradecí que me cediese su capa. Gracias a ella me sentía más protegido, más tranquilo. Y de nuevo, su mirada me facilitó el empuje que necesitaba para continuar con mi confesión. Ignoré la llamada al “camarero” del lugar y respiré muy hondo, concentrandome en cómo iba explicárselo todo. Sabía de su paciencia y su buen estar, pero temía perderle después de mis futuras palabras.

-…

Reflexioné un poco en silencio, ordenando las ideas en una sucesión temporal adecuada para evitar crear incorrectas opiniones sobre el tema.

-Era tan sólo un niño, ¿sabe? En aquella época, era imposible que hubiese entendido lo que ocurrió. De hecho, aun no lo tengo demasiado claro. Cada vez que el sol se marcha, comienzo a buscar en mi mente algún motivo o alguna razón para no sentirme tan defraudado como persona…

Necesité una breve pausa debido a que estaba ligeramente emocionado. No era fácil recordarlo y mucho menos contarlo como si de una novela se tratase. Bajo aquella capa temblaba, y no de frío, sino de inseguridad. Odiaba aquella sensación.

-La familia Naoka siempre ha destacado por sus habilidades empresariales. Cuando mi padre se hizo cargo de los negocios principales de ésta, decidió instalarse en una generosa casa situada a las afueras de la gran urbe. Al cabo de unos años, la familia se vio aumentada en un miembro más por una parte, y por otra reducida. Pues, la señora Naoka falleció nada más traerme al mundo. No tuve el placer de conocerla. Suena tan irónico… Un momento tan feliz unido a otro tan doloroso. Aquel hecho marcaría la personalidad de mi padre de un modo preocupante, visto por cualquier especialista de la materia, claro…

Las gafas se deslizaron suavemente hasta quedar en el punto exacto de sujeción sobre el reducido puente de mi nariz. Preferí no moverlas, dejarlas allí y observar a Xen por encima de la montura en un acto escondido.

-El miedo a perder de nuevo aquello que más quería le hizo volverse demasiado protector. Llegó un momento en el cual yo había dejado de ser su hijo para convertirme en una reliquia a la que cuidar con todo el esmero del mejor coleccionista. Como niño que fui, me colmaba de caprichos y banalidades. Todo a cambio de alejarme de una sociedad cuyo grado de peligro hacia mi integridad era el mayor de todos, según su criterio. Nunca he podido considerarme un niño normal, pues, mi infancia perduró en una jaula de oro. Mi hogar se convirtió en mi propia cárcel. Apenas salía de ella. La ciudad era un sueño lejano y sus gentes, entes fantásticos sin realidad alguna para mí. Ni amigos, ni familiares, nada. Sólo él, su grupo de “asistentes” y yo. ¿Qué clase de vida es esa para un niño?

Él seguía allí, oyéndome. Era admirable. El tono de mi voz se iba rasgando a medida que el relato avanzaba.

-Ni siquiera tuve la oportunidad de acudir a una escuela. Él consideraba que no existía ninguna acorde a mi nivel. Excusas. Por ello, contrató a un mentor personal para que se ocupase de mi educación y mi protección durante sus ausencias laborales. Ese fue su mayor error… No debió hacerlo… - cerré los ojos unos instantes para continuar calmado - Al principio, fue difícil tratar con un desconocido del exterior. Pero, él supo encontrar el modo de conectar conmigo. En poco tiempo, consiguió que mi personalidad cambiara hacia una posición más abierta, más personal, más humana… Me enseñó que la vida que se hallaba detrás de aquellas paredes era apasionante. Despertó curiosidades e inquietudes que nadie más supo hacer. Pocas palabras tengo para definir todo lo que pude aprender de él. Sé que suena infantil, pero se convirtió en mi héroe, en objeto de mi admiración, mi referente a seguir.

Las imágenes se iban a agolpando en mi cabeza torpemente. Una tras otra, sin descanso, sin límite. Temía estallar ante tanto cúmulo de emociones.

-No puede ni imaginarse cómo de ingenuo puede llegar a ser un niño. Una tarde, de tantas en aquel jardín, nos sentamos bajo un árbol a leer relatos de Edgar. Al finalizar, se volvió hacia mí y me expresó algo para lo cual no estaba preparado. Bueno, creo que ningún niño lo está. No supe entenderle, no supe captar sus “sentimientos”. En ningún libro venía explicado cómo actuar ante una declaración abierta de intenciones platónicas. Me asusté tanto que decidí correr y esconderme bajo el brazo armado de mi padre. Otro error más… Aquel mentor debió sentirse frustrado al ver que no había conseguido liberarme de mis ataduras por completo. La reacción del mandamás no se hizo esperar. Horrorizado decidió alejarlo de mi vida y a mi mismo, del mundo. Tenía planeado mandarme a otra ciudad a cargo de una “fiel” institutriz en nueva cárcel de oro. No hubo modo de hacerle cambiar de opinión, su palabra fue firme. Me sentía tan perdido. Y él tan culpable de lo que había provocado. Quería que fuese libre y yo no lo entendí.

Suspiré y reposé mi cabeza hacia atrás, clavando mis cansados ojos sobre el techo que nos resguardaba de la nieve. Frágil, demasiado frágil…

-Los días pasaron sin él en aquella casa… Y el drama se hizo. No sé cómo acabo así, como no fui capaz de ver la verdad y si de destruir una de las mejores cosas que podía tener... Yo dormía placidamente esa noche hasta que me desvelé a causa del tono elevado de unas voces conocidas. Salí de mi habitación medio soñoliento siguiendo el compás del alboroto. Mis pequeños pies me condujeron hasta el despacho de mi padre. La puerta estaba entreabierta. Del interior de la sala, surgían gritos desmesurados. No podía diferenciar quién era el culpable de la situación. De repente, se produjo un ruido molesto y se hizo el silencio. Aterrado, abrí la puerta. Mi padre estaba tumbado en el suelo y sobre él, mi mentor dispuesto a agredirle. Mi héroe luchando contra mi progenitor. Esas cosas no deberían ocurrir nunca. No hubo tiempo para explicaciones. Cogí un objeto, el cual ni recuerdo, y le golpeé como defensa. Cayó al suelo, al lado de mi padre, con los ojos bien abiertos, ante un charco de sangre, mirándome fijamente. No sé cuántos minutos estuve allí delante observándole. Mi padre se limitó a abrazarme. Estaba más asustado que yo. Nadie se atrevió a juzgar a un niño ante un crimen tan desleal como ese. A los ojos de todos, yo era la persona que la había salvado la vida al que un día me la dio. Hipócritas. Había matado un hombre y eso no podía olvidarse así como así. Después de aquello, permanecí en mi jaula hasta que me dí cuenta de que no quería terminar igual que mi pobre viejo padre. Hice la maleta y me marché sin dar expiaciones…

Cerré los ojos fuertemente sin cambiar la postura. Me estaba derrumbando y no tenía la fuerza suficiente para mirar a Xen y comprobar por mi mismo su nueva opinión.


-Se lo dije anteriormente… El hombre tiende a destruir la hermosura que le rodea…

Lo último dicho antes de guardar absoluto silencio. Sentía la necesidad de huir ahora con mayor fuerza que antes. Me aterraba y me agobiaba tener que enfrentarme a la mirada de aquel profesor. Me sentía igual que cuando era niño...

- Observó a aquel casi romperse mientras contaba aquella historia. El sentimiento que concebía en aquel momento era un miedo intenso, pero no hacia el, sino a si mismo. Estaba evocando recuerdos que había borrado por ser demasiado dolorosos. Era demasiado irreal para estarlo experimentando en ese momento. Un gran y doloroso deja vu.

Creo que, es hora de hacerse saber quien soy realmente – Pensó. No sabia muy bien porque lo hacía, pero era como si todo a su alrededor se lo pidiera, incluso el corazon adolorido de los dos-

Espero que, lo que le voy a contar a continuación puede condicionar su visión sobre mí… - Respondiendole, paradójicamente con las mismas palabras que hace unos minutos le habia escuchado decir al peliblanco-

Sabe?, ha tocado un punto muy muy delicado en mi…- Comenzó a relatarle, mientras se preparaba para revivir aquel momento tan detestado de su vida, otra vez-

-Cuando cumpli la edad de 22 años fui reclutado en el Ejercito de mi tierra, como ya le habia contado. A los 19 comencé a enlistarme, por lo cual, tenia cierto grado de experiencia, al ser mi padre un gran coronel. Despues de unos tres meses en batalla comence a tener graves mareos y nauseas en los entrenamientos militares, asi como tambien en plena batalla.
La milicia, asi como el combate, me emocionaban tan equitativamente como me asustaban. En un punto en donde comenzo a revolvérseme el estomago cada vez que me encontraba nervioso, poco despues comenze a desmayar sin sentido, Y al estar en divisiones diferenntes, mis superiores se excusaban diciendo que sufria de ansiedad.

Cada dia las bajas, tanto humanas como elfas eran mas, pero al salir victoriosos, no le tome mucha importancia al asunto, mas que lo que se le tomaria a unos desmayos, pero, uno de mis compañeros, siempre insistia en el poque, si yo siempre enfermaba, era conservado en esa orden , famosa por ser estricta y conservadora. :Fui subiendo de orden, hasta llegar a ser un mago experimentado, con mucho dominio de la espada, aun asi, nunca me gusto la forma en la que moria la gente…y ese maldito dolor de estomago siempre insistía.

Hace unos meses, cuando nos vimos tan pero tan rebajados en numero que debimos acudir hasta los campesinos, a batalla, experimente las nauseas mas fuertes de toda mi vida. Mi hermano menor, Xegraelk, estaba a mi cuidado, pero al tener casi 18 años estaba al servicio del pais. Y a mi lado, nunca pense que correria algun peligro, junto a la escolta imperial. Mi padre, mi hermano y yo; los ultimos por sucesion de la familia, encabezabamos una cuadrilla poderosa, mas que nada protegiendo la vida de mi hermano, excusandonos de cualquier otro deber, era una guerra grande, y el un niño que le gustaban los libros y las ardillas que comian de manera graciosa. De momento comence a sentirme mal de nuevo, y mi vista a nublarse. A veces tenia pensamientos contradictorios, que no iban conmigo, pero se los atribui al fragor de la batalla. Esta vez, a mi lado, mi padre fue alcanzado por una ballesta…En medio de mis dolores y mi poca visión, aquel robusto coronel, que habia abanderado mis sueños, como aquel superheroe del que me cuenta en su infancia, se hallaba herido, sangrante y poco consciente en mis brazos.

....Los elfos, somos longevos, no inmortales.....Fue lo unico que llegue a escuchar de el.

Y antes de poder entender lo que significaba esto, aquellos quienes me resguardaban contenian a mi hermano mas pequeño horrorizado, Sentí como la sangre me corria a borbotones por la garganta. Esa detestable sensacion de no poder hacer nada, y aquel malestar de siempre. Siempre tan inutil a mi nacion, enfermo irremediablemente. Comence a perder el sentido de todo. A verlo todo negro. No habia consuelo para mi, ni para nadie, aquel sitio, lleno de corrupcion, movido por los mismos que nos mataban.

En mi inconsciencia escuche gritos, y en mi lucidez, un zumbido incallable. Finalmente, senti desmayarme, escuchando voces ajenas a mi conocimiento – Haciendo una pausa de silencio. Aquel se habia calmado un poco mas, y le miraba con atención-

Recuerdo... estar unos quince minutos, aparentemente, rendido en la nada
pensando en si lo que habia visto era real. esa nada me era siempre familiar…



En silencio….


Alguna vez se ha sentido abstraido de la realidad, como para sentir el tiempo detenido? – Se detuvo a preguntarle, porque no sabía si se estaba dando a entender-

Había abierto los ojos con una lentitud digna de mención. Quizás, como señal de sorpresa ante las primeras palabras que él había emitido después de haberle explicado mi pasado. Con la misma intención con la que se abrieron aquellos asustados ojos, mi rostro comenzó a bajar hasta encontrarse en la misma línea que la del profesor. Esperaba una opinión, una reacción salida de lo normal y lo lógico, pero no se dio el caso. Tal vez, mis temores hacia su persona habían ido más allá de lo esperado. O simplemente, no estaba allí, estaba soñando que aquello estaba pasando y por eso, Xen parecía tan tranquilo. Estaba confuso, me había descolocado por completo, eso tenía que admitirlo. En mi anterior silencio, me había imaginado a la perfección como se levantaba horrorizado y se marchaba de allí. Pero no, allí estaba. Sabía que él procedía de un entorno bélico y que, seguramente, sus manos estaban manchadas con la sangre de otros. Pero, aquellas acciones pasadas estaban justificadas. Él luchaba por otros, por defender su mundo, sus gentes. Se había comprometido a darlo todo por aquello a lo que amaba. Por eso, me sentía tan pequeño a su lado, tan insignificante. Yo no había actuado como él, no tenía excusa alguna que me protegiese de mis actos, un código legal que seguir, un principio que mantener... Yo sólo dejé que una situación me dominase, que mis sentimientos avanzaran en mí contra y que la causa se desarrollase sin más. Era imposible juzgarle, su situación era tan diferente... De repente, comentó una idea repetida para preparar mi mente. Algo le rondaba con cierto malestar y nostalgia, y había decido compartirlo conmigo una vez más. Asentí inconscientemente y en primera instancia, guarde silencio impaciente por oír aquello que tenía que decir.

Efectivamente, volvió a hacer referencia a su pasado pero desde un aspecto mucho más profundo y detallado. En parte, me sentí culpable por hacerle recordar algo así, era tan complicado de entender emocionalmente… Yo sufría en un silencio constante la muerte de una única persona, pero él cargaba con el peso de varias unida a la pérdida imperiosa de sus seres queridos. Su fortaleza era un motivo claro de mi curiosidad. ¿Cómo podía un hombre así sobrevivir después de experimentar acontecimientos tan dantescos? Bajo su capa, me revolví sin dar mucho la nota para aferrarme a su calor, al tiempo que continuaba oyendo sin pérdida alguna su historia. Aquella sucesión de palabras iba causándome nuevos interrogantes. ¿Qué significado tenía el malestar que sentía dentro y fuera de la batalla? ¿Realmente era una consecuencia del estrés de ésta? No podía llegar a una razón clara aun. Debía esperar a que terminase de hablar para poder analizar el conjunto de los hechos. Cayó en silencio después de que su voz, con aquel toque que podía desarmar al más centrado, confesara un trance “final” vivido en el peor momento de aquella dolorosa experiencia. No podía evitar que todos mis sentidos poseyeran cada uno de sus alegatos. Y como de costumbre, una nueva pregunta me pilló por sorpresa tras ese momento de vacío. Tenía esa manía de desequilibrarme con preguntas profundas.

-Podría decirle que sí sin apenas dudarlo…

Todas las noches se producía ese hecho. El tiempo se paraba para revivir una y otra vez algo que ya no pertenecía a la realidad. No quise entrar en más detalles, pues, ahora era su turno. Yo sólo podía callar y mirarle con intención de encontrar el modo de conectar fielmente con su mente, de poder entenderle tal y como él se merecía.

-Su historia, me hace sentir miserable; pues lo que usted cometió es por mucho, pero mucho, un desliz, comparado con la gravedad de mis actos...-Reparo en la preocupación de aquel. En este punto solo podia rezarle a sus dioses que le protegieran, y pusieran palabras sabias en su boca. La tristeza magullaba su corazón, y en su mente aquellos recuerdos resurgían torpemente. Sentía quebrarse profundamente. Aquella nieve parecia simular un firmamento blanco y plucro cayendo de la oscuridad que conyevaba a la noche. Se tomo el tiempo para pensar lo que advertiría a continuación; y las responsabilidades que a esto le conyevaba, pero finalmente recurrió al valor que le quedaba para continuar.

-Mi Lord...Puede elegir, seguir escuchado, o obviar lo que le comento, y evitarme la verguenza de perder una amistad~... - No sabia porque razon exactamente, pero a peesar de estar contando esta historia, aquel le hacia sentir tranquilo. Aun medio de aquella

-Xen, si ha tenido el valor suficiente para contarme todo lo anterior, ¿por qué detenerse ahora?

Deje salir uno de mis brazos que se hallaba escondido bajo la capa para devolver mis gafas a su sitio de siempre. Su anterior postura comenzaba a molestarme un poco.

-No me malinterprete, no es que quiera hacerle pasar un mal rato. Es sólo que nunca deben dejarse las cosas a medias, eso produce complicaciones a largo plazo. Pero…

Ladeé mi cabeza con cierto aire dudoso.

-No es elección mía después de todo… Así que si realmente necesita contármelo, hágalo sin más. Y no se preocupe ahora por el resto.

- Observó el mantel finamente elaborado guardando una pausa de silencio-

Hay una frase de un tal "Churchill" Que reza algo como; alor, es lo que hace falta para levantarse a hablar, pero tambien lo que hace falta para sentarse y escuchar... Creo que aplica a este caso.- Muscitó con gracia para el otro-

Continuando, con lo que estaba diciendo;

-Desde hacía mucho sentía un grave pesar en mi corazón. Algo que oprimia mi pecho fuertemente. una constante culpa que nunca llegue a resolver, y en ese vacio, era algo que me oprimia mas y mas. Se sentia algo frio, y etereo estar alli, quizá pensando en que era lo que estaba pasando que era lo mas comun. Siempre habia una voz, que me alentaba a dejar mi espada y mi escudo a un lado... Pero ese dia, tan repentino como lo fue mi ingreso a ese estado y como siempre lo habia sido, regrese a mi realidad.

Mi visión, casi totalmente nublada, mis extremidades obedecian a otras ordenes, y frente a mi habian dos realidades. Una nada flotante oscura y un tumulto de gente a mis pies que mascullaban cosas en idiomas que nunca habia escuchado, Ninguna de las dos comprensibles...Cada vez que cerraba los ojos, veia una de dos, como si pidiera elegir con que quedarme. Algo me decia que la nada era mas segura, pero Por otra parte, del "otro lado" empezaba a escuchar mi nombre a gritos. Poco a poco comenze a recuperar la audicion y la vista; Quedando en una posicion en seco, Los brazos levantados, paralelos a mi, con un bulto blanco en mi mano derecha poco reconocible, un monton de gente, que, entre correr y mirarme horrorizada hacian reinar el caos a donde fueran, entre ellos, la gente de mi tierra, con la que creci y vivi, aquella gente a la que protegí. Junto a mi, El señor Greisingraelf, Rey absoluto de nuestra nacion, griitandome de una manera desesperada, que procediera; Alli, entre en panico. Pues empece a comprender, que quiza estaba muriendo, y era uno de los pocos, si no mas decir que el unico soldado legitimo de mi cuadrilla. A mis pies, un charco negro, de donde rebozaban extremidades que se aferraban a la tierra, otras, que se tragaban los cuerpos que encontraban; ahora, veia con horror, el cuerpo de mi hermano menor atravezado por mi propia mano...-Hizo una pausa de silencio-

...llena de marcas negras que ardían en un excesivo dolor por todo mi cuerpo; al voltear, mis compañeros horrorizados, en mi otra mano, un humano parcialmente descuartizado, precisamente, el coronel de las filas contrarias y Mi Rey, continuamente gritandome...

Mi voz, no salia
mi cuerpo no respondia
y senti, partirme en dos...
Bajé los brazos, y solo conseguí arrastrarme
solo queria suicidarme...
a mi paso, la gente huia aterrorizada
consegui a tocarme la cara, y si, era yo
pero tampoco era yo...
me miré, en el filo de mi propia espada, abandonada en el suelo
una de esas manos, la sostenia
....No era yo...

Era una version bizarra de mi...Quise, gritar, de el consecuente dolor, pero solo conseguia sonreirme a mi mismo...

Entonces, asumi que estaba loco.

Intenté suicidarme, pero mi Rey se interpuso, sacudiendome y gritandome como loco
En mi cabeza, todo se silenció, y se torno lento,

Zinister...querido hermano....-Escuché-

Estaba, alucinando, practicamente, mientras tomaba a mi rey del cuello,Mis brazos, mi alma, dolían, resistiendose, y absolutamente nadie intervino...Torcí su cuello como si se tratara de una pequeña ave, y las marcas en mi cuerpo emepzaron a ceder para dar paso a una nueva. De entre ese charco de inmundicia me arrastraban miles de brazos...

Mi hermano, Agonizante, me dijo que lo entendiera. Que eramos tres, no dos. Justo abandonando su forma mortal...senti enloquecer y vomite esa misma sustancia negra; conseguí calmarme entre mi miseria, Tome a mi hermano y me levante a rastras con el
llore hasta mas no poder. Con realidades disparejas, simplemente excedi mis fuerzas y caí en un sueño espeso en donde soñe muchas cosas extrañas, pedazos de recuerdos que no conocia, Entonces, entendí sus parabras...eramos tres hermanos...





Me temo mi señor, que el asesino soy yo... - Diciendo con voz poco alentadora... En este momento, cualquier cosa podria pasar, estaba mas preocupado que nunca-

Ni en mis libros había escuchado relato igual. Estaba algo perplejo. Mi mente comenzó a funcionar de forma automática, analizando, ordenando, buscando. Había recibido demasiada información de golpe y ahora, trataba de asimilarla para evitar realizar un juicio inoportuno. Era extrañamente curioso, pero su presencia no me infundía terror, a pesar de que ahora era consciente de su amplio pasado. Seguía sintiendo respeto absoluto por él, incluso podía intimidarme su actitud, pero no en un mal sentido, sino en otro sentido totalmente positivo. Hasta la fecha, él había sido la única persona a la cual le había contado aquello que creía olvidado. Me planteaba la causa de lo que él había hecho, la razón de aquellas actitudes fuera de su propio manejo. Hubo un momento en el que llegué a plantearme la teoría de una posible esquizofrenia paranoide. Pero, la rechacé al instante, pues en ese período de trance que experimentaba él había sido consciente de cada acto que cometía. Quizás, se trataba de un desdoble de personalidad sin más, desarrollado por su experiencia bélica y mantenido por una serie de causas traumáticas que, a lo mejor, su mente había bloqueado como medida de superación al dolor. Tenía tantas teorías posibles para justificarle, que me confundía a mi mismo. No era psicólogo y lo poco que podía decir del funcionamiento de la mente, era lo que había estudiado en algunos libros. De todos modos, la mente era un secreto para todos. No quise compartir aquellos pensamientos con él, pues, podía equivocarme seriamente y dañar su confesión. Además, él procedía de otro mundo que yo desconocía por completo en cada aspecto social y racional. Por ello, quizás, todo podía tener un sentido más “fantástico”, más místico o mágico. A lo mejor su cuerpo se había utilizado como “recipiente” para salvaguardar el alma de un ser querido ante algún tipo de ritual. Y aquello había producido un conflicto entre su verdadera alma y la del nuevo ocupante. “Tatsumi, detente…”, tuve que decirme a mi mismo visto que me estaba alejando en mi propio mundo de hipótesis.

-Xen, verá…

Me quité las gafas repentinamente y con la mano que tenía libre masajeé mi sien con contundencia. Tanto pensamiento me había aturdido. Volví a colocarme las gafas con seguridad y le mire convencido.

-No puedo considerarle un asesino loco como tal. Usted… - hice una breve pausa – No disfrutaba con ellos crímenes, simplemente, era su forma de sobrevivir ante un destino que le impusieron. Su caso es digno de estudio, créame, y no quiero que se lo tome como una ofensa. Creo que no lo estudiaría un juez, ni un jurado, sino otro tipo de profesionales que como yo buscarían una explicación a sus hechos basándose en quién usted y de dónde procede.

No sabía si mis palabras iban por el camino correcto, no quería que me entendiese mal.

-Mire, no sé mucho de su mundo y no sé hasta que punto es conocedor del mío, pero sé que debe existir un motivo razonable para lo que experimentó. Y cuando digo razonable, no quiero decir que esté dentro de la lógica, pues ese término peca de ser muy subjetivo. Lo que quiero decirle es que debe existir una causa concreta que le llevase hasta ese punto, que seguramente será negado por muchos, pero también admitido por otros.

“Tatsumi, que te pierdes de nuevo…”, sólo esperaba que me estuviese entendiendo.

-Podemos ser parecidos a simple vista, pero cada uno procede de un entorno distinto cuyos métodos de valoración vital son muy distintos, ¿sabe? Y ante lo cual siempre seremos juzgados de un modo u otro. En mi caso, espero haberle hecho entender cual es mi posición con respecto a usted.

Continúe mirándole algo más nervioso ante la idea que no me hubiese explicado lo suficientemente bien.

-Yo, bueno… - decidí callar y esperar a que él dijese algo para acortar mi idiotez.