Bello, bueno y verdadero (privado)

Caminaba con tranquilidad por los pasillos de la escuela, luego de una buena dosis de vodka y mujeres de bellas proporciones, debería hacer eso más seguido, seguro si lo hubiese pensando antes no estaría ahora en esta escuela de malcriados y mediocres. Bueno, por lo menos ya sabía perfectamente lo que haría en mi primera clase. Sonreí brevemente ante la idea, que buen inicio docente iba a tener. Aún faltaban unos minutos para que dieran las 5:30, sin embargo, ya estaba en la puerta del salón. Abrí con languidez el umbral, después de todo mi actitud no variaba demasiado aunque estuviese contento o por lo menos apacible.

Noté la desordenda y desolada atmósfera al entrar, ¿qué se supone que hacía intendencia aquí?, porque limpiar no lo parecía. Ordené un poco, lo mejor que pude, para después dirigirme al pizarrón blanco, menos mal que era de los que usaban marcadores, la tisa me provocaba incesantes estornudos. Empecé a escribir sin prisas, con letra grande y clara, para que todos pudieran entender:

"Profesor Sirén Ylönen

Tema de hoy: lo bello, lo bueno y lo verdadero"

Una vez que terminé, me senté y recliné en la silla, cerrando los ojos y esperando a los alumnos de tercer año y al buen Paul, más le valía venir a ese cretino o sí que me iba a conocer y ni en sueños iba a poderse deshacer de mi. Miré hacia la ventana mientras esperaba, era una linda tarde: bermellón y amarillo, que juntos formaban un naranja intenso, con ligeros reflejos violáceos. Era encantador, por lo menos algo bueno había en este colegio.

Me entretuve aún varios minutos contemplando el crepúsculo antes de que el primer alumno llegara, era un lambiscón, se le notaba, se acercó a mi, me dio la mano y se puso a hablar de estúpideces; yo por mi parte, ignoré su saludo y continué mirando por la ventana hasta que desistió, ¿cómo se atrevía a hablarme tan informalmente?, definitivamente no éramos iguales ni mucho menos-ve a sentarte-dije al fin al verlo parado y desconcertado, que patético; no obstante, cuanto menos el niño ese sabía acatar órdenes, como el mandril que era, pues prontamente fue a tomar asiento, justo en la primera fila, frente a mi; al parecer lo lamebotas no se le quitaría con faclidad.

Muy pronto, la habitación empezó a llenarse de jóvenes bulliciosos y sin futuro (XDDD en serio no sé por qué es así), mi calma nuevamente era turbada, sin embargo ya empezaba a acostumbrarme o por lo menos eso quería creer. Carraspee fuerte, intentando que me escucharan, no dio resutado, continuaban riendo alborotadamente como subnormales-¡cállense ya!-grité con rudeza, observando a cada uno con ojos severos-la clase dará inicio en exactamente-vi mi reloj-... 47 segundos, así que más les vale estar sentados y en silencio cuando eso ocurra... o tendrán una sanción, y supongo que no quieren empezar con castigos desde la primer clase-esbocé una efímera sonrisa socarrona, cruzándome de brazos y esperando a que los segundos transcurriecen y el silencio anhelado reinara en el lugar.