Palabras Nocturnas... [Privado Hikaru]

Conforme acaecía la noche, era típico, debido a la humedad y demás condiciones atmosféricas, formarse una pequeña neblina que rodeaba todo el cementero hasta su exterior. La luna rebosaba brillante en una noche tranquila y clara, podía observarse todo el firmamento estrellado junto a ella. Esa noche, como otra cualquiera, me quedé hasta tarde en la biblioteca, era ya algo común y siempre encontraba algún libro interesante que hojear. Al terminar salí del instituto y tomé el camino a casa- Hace una noche preciosa, tomaré el camino largo- Me desvié de la ruta normal hacia el cementerio.

A medida que iba avanzando, noté la neblina que se estaba formando y como me iba rodeando, estaba ya en la muralla del cementerio cuando divisé una sombra en la puerta, no le conocí hasta que me acerqué y vi que era el profesor Naoka, me sorprendí de verle en un sitio así y decidí seguir mi camino, pero la curiosidad me lo impedió y me acerqué a él. Le puse la mano en el hombro sin decirle nada a ver como reaccionaba...

La reacción del profesor Naoka fue sublime, digna de de ser enmarcada y exponerla en un museo a todos los públicos, estaba seguro que todos en la residencia escucharon el grito.

Buenas noches profesor Naoka- le miré con las manos recogidas en mi espalda- Hace una noche estupenda para pasear, ¿no cree?

Me pregunté qué hacía mi profesor de literatura en la puerta del cementerio, quizá había ido a visitar a alguien o simplemente se había parado pensando en sus cosas, no era la primera vez que lo veía pararse en medio del pasillo y luego dar la vuelta con un pensamiento totalmente distinto. Naoka era realmente interesante, era casi tan curioso, o me atrevería a decir más que yo, aquello creaba muchas ideas maquiavélicas en mi fuero interno, sonaba interesante.

Mi apreciado profesor logro calmarse finalmente y pudo mirarme con tranquilidad- Estaba estudiando en la biblioteca, me dirigía a casa y como hacía una noche preciosa decidí tomar el camino largo- esbocé una leve sonrisa- Al verle ahí no pude evitarlo, discúlpeme señor- me incliné a modo de disculpa, aparentando seriedad.

Seguíamos en la puerta del cementerio hablando tranquilamente, se oía el cantar de los grillos y algun que otro ladrido de un perro, sin duda el momento perfecto para una buena noche de terror, intriga y misterio. Esa noche me encontraba divertido, seguro que al profesor le vendría bien un desahogo.

No se preocupe por mi, he pasado muchas veces por estas calles, se defenderme solito- sonreí

El profesor Naoka era de las personas que más se preocupaba por él, pero no erapor nada en especial, él simplemente era así con todo el mundo, era como un "papa" adorable, y la verdad yo me sentía muy agusto a su lado...esperaba poder conocerle mejor y no como a otros profesores...

Mi padre estará durmiendo, se levanta muy pronto...- suspiré- Pero no pasa nada- sonreí justo después

Como siempre el profesor me dejó sin el último comentario a lo que acompañarme a casa se refiere, si me hubiera dejado le habría dicho que no hacía falta, aunque dar un paseo con él nunca está mal, en el colegio casi nunca lo veía a solas para hablar de algunos temas delicados que de vez en cuando invadían mi ya conocida curiosidad, o sed de conocimiento como diría el profesor Remindorf, los consideraba sinónimos si se lograba aprender algo. Por otro lado estaba seguro que al peliblanco le rondó la curiosidad cuando mencioné a mi padre y a ningún miembro más de mi familia.

No dejaba de observar a mi profesor mientras hablaba y me dejaba claro que la próxima vez le pidiera que me acompañse cuando de repente se calló unos instantes y me ofreció dar un nocturno paseo por el cementerio, no me parecía el sitio mas idóneo para pasear, pero la oportunidad de encontrar algo interesante hacía florecer mi curiosidad a borbotones, estaba seguro que Naoka también lo pensó unos instantes.

Será un placer acompañarte- le mostré una sonrisa y enseguida me acerqué a él para empezar a caminar- ¿ Vas a contarme alguna historia fantástica o algo por el estilo a modo de venganza?- bromée recordando el pequeño susto de antes.

Naoka no parecía el mismo, recordaba perfectamente la discusión que había tenido con Soleigh en el pasillo la noche anterior y para colmo yo había estado presente sin poder hacer nada, esperaba que mi querido profesor recuperara el ánimo y la sonrisa que siempre me mostraba cuando me veía, sino, intentaría conseguirlo yo mismo.

Asentí sin más a su aceptación, sin hacer demasiada referencia a su “inocente” broma, y me dispuse en ser el primero en iniciar la marcha nocturna entre la agradable brisa que se dejaba notar a nuestro alrededor.

-No te preocupes, no estoy interesado en hacerte pagar una travesura así. Sólo quiero caminar un poco antes de cambiar la rutina de siempre. Y si lo examinas bien, éste es el mejor lugar de los alrededores, ¿no crees?

O por lo menos, el más silencio de todos, algo que muchos infravaloraban en un contexto tan actual. Y esto, justamente, era lo que ocurría cuando la gente estaba más interesada en hablar y no transmitir nada, que en oír las palabras que emitía el propio silencio. Sin sentidos de la vida misma que nadie sabría explicar jamás. Y comenzaba a entender que era lo idóneo para los tiempos que corrían.

-Eres un buen alumno, ¿sabes? Sobresaliente, sin duda… E incluso me atrevería a confirmar que también una gran persona, de esas que poco abundan ya. Tu padre ha debido de enseñarte muy bien, ¿eh?

Así lo creía, a pesar de que apenas conocía a ese nuevo alumno que por circunstancias concretas se había cruzado en mi camino como “agua de mayo”. Pero esa falta de información sobre él no había influido en el grado de conexión que habíamos alcanzado en tan poco tiempo, al contrario, la había maximizado convirtiéndolo en un gran apoyo, en algo más que un alumno de tantos, en un amigo. Su sinceridad, su empatía, su buen humor y optimismo, le habían ayudado a colocarse automáticamente en esa posición tan esencial en una relación personal. Y sin desconfiar de su palabra o de la nadie, aun no me explicaba cómo personas como él terminaban cerca de mí.

-Sería agradable conocerle, si fuese posible. – me detuve para observarle tranquilo tras alejarnos una distancia considerable de la puerta principal, en medio de una encrucijada formada por la unión de varios caminos que se perdían a lo largo y ancho del cementerio, cruzando los brazos detrás mi, apoyándolos sobre la zona baja de mi espalda y sonriendo a medias tintas. - ¿Es tu única familia o me equivoco?

No solía tratar aquellas cuestiones abiertamente, pero el interrogante surgió solo. Quizás, lo había producido el hecho de no haberle oído hablar de algún pariente diferente en alguno de nuestros breves intercambios de opiniones. ¿Habría algún motivo para ello o sólo era producto de la casualidad?

Habíamos empezado a andar a paso tranquilo cuando una suave brisa se formó entre la densa niebla que nos rodeaba. Me dediqué a escuchar su voz tranquila entre tanto silencio, era de las cosas que más me gustaban de él, podía mantenerse tranquilo y amable aunque le estuvieran matando por dentro, esperaba poder controlar mis sentimientos como él en un futuro cercano.

La noche acaecía tranquila, la Luna llena rebosaba brillante y estaba seguro que si las luces de la ciudad se apagasen podríamos disfrutar de una fantástica vista al firmamento. Asentí a la pregunta casi retórica del profesor en cuanto a lo acogedor que era ese lúgubre cementero esa noche y siguió hablándome, esta vez me elogiaba a mi como alumno y persona, la verdad es que estaba bien que de vez en cuando un superior reconociese tu esfuerzo y dedicación.

Recorríamos las tétricas callejuelas de difuntos cuando el peliblanco formuló una pregunta inesperada, me paré en seco cabizbajo quedando a unos pasos detrás de él.

Si, lo es.

Esa pregunta me chocó de frente, nunca antes me habían preguntado por mi familia ni nada parecido, por lo que mi respuesta sonó seria y molesta. Enseguida empecé con mi historia...

Yo era muy pequeño...ese día volvíamos a casa en coche después del trabajo, mis padres trabajaban en un yacimiento a las afueras de Tokyo. Mi madre era arqueologa al igual que mi padre, era la mejor- mostré una sonrisa al recordarla- Recuerdo perfectamente como ocurrió todo...Un camión se nos cruzó por delante y ambos vehículos volcaron, el camión estalló y se formó un incendio considerable. Mi padre me sacó enseguida del coche como pudo pero me quemé el hombro derecho y parte de la espalda...Volvió a por mi madre pero para cuando la sacó fue demasiado tarde, su impacto fue más fuerte y las quemaduras más graves...

Quise enseñare las heridas, pero quiza sería muy impropio, a menos que me lo pidiera no lo haría...Unas pequeñas lágrimas brotaron de mis ojos al recordar lo sucedido, era algo inevitable.

Y allí seguía, sumergido en mi dramática historia recordando las imágenes del desdichado accidente de hace trece años que siempre recordaba como si hubiera sido ayer. A veces estaba bien recordar nuestro pasado, con el tiempo lograbas afrontar la situación y finalmente hasta podías pensar con claridad en ello sin que se te viniera el mundo abajo. Al parecer aún no había llegado ese momento. Ahora me sentía mal por entristecer a mi profesor, sabiendo perfectamente por lo que pasaba. No esperaba compasión ni lamentos, solo quería comprensión, que alguien entendiera lo que es perder a un ser querido casi sin conocerlo realmente y solo recordando meras imágenes borrosas familiares...

Enseguida pude notar como el profesor me rodeó con los brazos y apoyó mi cabeza en su pecho para que me calmase, era cálido y muy acogedor, lo que necesitaba. Yo lo imité y me aferré a él fuerte y con rabia, deseando que todo se acabara, las lágrimas de lamento se conviertieron en lágrimas de odio, pero no a él ni a mi madre, sino a la vida, se la habían llevado sin despedirse y lo último que le había dicho era lo que íbamos a cenar cuando llegásemos...es todo muy injusto, pero ahora no merece la pena lamentarse, ella querría que me convirtiera en un gran arqueólogo y viviera mi vida feliz y sin rencores...Por lo que desistí y volví a tranquilizarme, respirando hondo un par de veces, sin mirar todavía a Naoka.

Siento mucho todo esto profesor...es algo que está fuera de lugar y tendría que haberme controlado...

No esperaba una reprimenda por parte del mayor, pero no me gustaba mostrarme débil ante los demás gratuitamente...