¡Un poco de profesionalidad! [Privado]

¡Já! "¡Profesionalidad!" ¿De verdad se han tragado eso? Pf... ¡Desde luego que no soy el tío adecuado para este trabajo! ¡Me aburro! Además, ¿qué trabajo hay que hacer? ¡Ni siquiera doy clase! Aunque es verdad que hay bonitas vistas...

Relax total, ese era el día a día de Demyx desde que aquél familiar lejano cuyo nombre desconocía le había cedido en herencia el puesto de director de instituto de la Escuela Masculina Rokkentei... Hasta el nombre le parecía ridículo, pero ya que no tenía ni los estudios ni la... ejem... bueno, ni la inteligencia suficiente como para ganarse un trabajo decente por sí solo, no protestó lo más mínimo. ¡Y además, tenía al pelopincho para ocuparse de su trabajo! ¿Qué podía salir mal? ¡Absolutamente nada! Por no decir que ganaba un dinero bastante grande... Sin saber siquiera si aquella escuela era pública o privada. ¡Qué chollo! Y además, nadie podía despedirlo por su inutilidad...

-¡Eso es vida~! -Suspiró, enterrándose aún más en el mullido sofá de cuero negro. Sus botas negras estaban colocadas encima de la desordenada mesa de madera oscura, las piernas cruzadas y los brazos detrás de su cabello rubio. Cerró los ojos, relajándose con el tic-tac del feo reloj de cuco que colgaba sobre la puerta que se encontraba enfrente de él. No le gustaba, pero le daba demasiada pereza buscar una escalera y cambiarlo.

Detrás de él, la pared había sido sustituida por tres grandes ventanas que iluminaban completamente el cuarto, y que daban una hermosa vista. El primer plano se lo ganaban los amplios y hermosos jardines de la escuela. A su derecha, las canchas deportivas. A su izquierda, el Polideportivo y el Salón de Actos. Al fondo, la residencia masculina y, más allá, una amplia explanada hasta las primeras casitas de la ciudad, que se encontraba algo lejos de Rokkentei.

Ah, la verdad era que daba gusto sentarse así y relajarse. Le recordaba a aquellos días de la adolescencia, con Axel y los otros... ¿Qué habría sido de ellos? Bueno, tampoco importaba demasiado en aquél momento...

Usó sus pies para impulsarse hacia la esquina donde su hermoso y azul sitar descansaba, y luego hizo lo mismo contra los cristales para volver a colocar las botas sobre la mesa. Siguió relajándose mientras dejaba que sus dedos viajasen solos a través de las cuerdas, creando un relajante sonido de ambiente.

-Y aquí está nuestro vago director -dijo Axel, entrando en la estancia, viendo como su "superior" no hacía más que tocarse los... Que tocar las cuerdas del sitar.

Realmente, no sabía por qué había aceptado ser el subdirector de aquel instituto. Daba Física y Química... Supuso que era porque si dejaba la escuela en manos de aquel incompetente, ésta se iría a la ruina. Su carrera había ido bien, y tenía todo preparado hasta que de repente, una llamada en su móvil le avisó que era subdirector en aquel sitio tan apartado. Una escuela masculina. Quien lo diría.

Por las ventanas del despacho se podía ver todo el campus escolar. Aquello le recordó los viejos tiempos... No solo Demyx... Zexion, Saix, Marluxia... Hasta el amargado de Xemnas echaba de menos, pero nunca lo admitiría.

El pelirrojo suspiró y se pasó una mano por su, aunque nadie podría suponerlo, suave cabello, y observó al rubio que se encontraba delante suyo.

-Tienes cosas que hacer, bastantes, ¿y no se te ocurre mejor cosa que tocar el sitar? -le dijo, mientras se acercaba y le daba en la cabeza con unos papeles enrollados- Vives como un rey, no haces nada, cobras de los ingresos de la escuela, no tienes por qué gastar nada, ni en comida, ya que gorroneas la comida del comedor... -suspiró nuevamente- Algún día podrías pensar en mí y hacer algo, ¿no crees?-

Se sentó en una silla cercana, mientras revisaba un par de papeles y clavaba, a veces, su vista en el rubio de delante suyo, esperando a una respuesta.