< Lonely Star > (Libre)

por **Reiido Haname** Dom Ago 08, 2010 4:35 am

- Comenzaba una manana deslumbrante en aquel lugar cercano al instituto en donde aspiraba ser un nuevo profesor. Planeaba quedarse un corto tiempo en estas adyacencias, al menos hasta recuperarse economicamente. Caminaba por las calles con una pesada maleta que acostumbraba a viajar desde hace algunos anos. aquella mirada esequiva se refugiaba entre una bufanda color verdeoliva, hacia algo de frio aun cuando el sol comenzaba a salir. En su sobretodo color cafe guardaba un libro, que estaba leyendo en ese momento en sus momentos de descanso < el Alquimista >. Habian tantas cosas que habia dejado pendientes. Sentia bastante admiracion por aquel lugar, tantas opciones nuevas que explorar, quiza habria algun otro bohemio por alli... estaba convencido que este era un mejor comienzo para el. Aquella claridad innundaba su rostro parcialmente tapado. Aquel era un nuevo dia.

Sonrio fente al sol, ahora buscando algu cafe en donde pudiere desauna tranquilo. Los viajes siempre le daban hambre. Estaba ansioso por probar la gastronomia de aquel sitio, que parecia tan pintoresco. Una calle de bloques, y algunos mercaderes atendiendo su mercancia. Resolvio sentarse en una mesa cercana, ordenando un croissant y un cafe. Se sentia bastante completo, a diferencia de su viaje anterior, el cual no deseaba recordar. observo sus manos, junto con aquel par de anillos de metal que le adornaban los pulgares, sonriendo al entrecerar sus ojos en aquel mullido abrigo.

Veamos a donde nos lleva el viento...-murmuro mientras abria su libro, en la pagina en donde lo habia dejado-

por **Tatsumi Naoka** Dom Ago 08, 2010 5:32 am

Volví a marcar aquel número una vez más, con cierta pesadez, sobre el teclado numérico de mi teléfono móvil. Me lo llevó impaciente al oído, mientras andaba distraído por las calles del lugar. Un tono. Dos tonos. Tres tonos. Cuatro tonos. Nada. Nadie respondía al otro lado. Por ello, mostraba cansancio de obtener el mismo resultado una y otra vez. Y es que la cosa iba ya para más de una semana, y lo mejor de todo era que no lograba dar con la forma de localizarle. O se lo había tragado la tierra o tendría que hacerlo la próxima vez que lo viese. Pero, eso no iba hacer que cesara en mi empeño. Descendí mi mano junto al teléfono hasta tenerlo a una distancia visual adecuada y marqué de nuevo aquel conjunto de números lentamente, repitiendo así el proceso al completo nuevamente. Sin darme apenas cuenta, había perdido referencia contextual alguna. Estaba en la ciudad, sí, pero en un término novedoso. Vamos, casi perdido entre tanta calle y tanto ambiente. Ojeé sin despegarse del auricular telefónico para habituarme un poco y sólo a lo lejos reconocí un establecimiento peculiar. Dirigí mis pasos hacia allí, directo y conciso. El tiempo, “simpático”, me invitaba a tomarme una taza de té y un respiro. Durante el trayecto, continué vagando por el menú tecnológico de aquel móvil que hacía tan poco que había renovado. Un auténtico fastidio, más que nada porque no terminaba de aclararme con él. Nunca me había llevado bien con las máquinas.

-¿Para qué tantas opciones? Si sólo sirves para llamar… Ah…

Tras unos segundos y casi sin levantar la vista de la minúscula pantalla del susodicho objeto, di con la estructura de una silla de una de las mesas cercanas a la acera que pertenecía al local, al cual iba. La retire con poca paciencia y me senté en ella finalizando el último intento fallido de llamada. Fue esa la causa de que depositara el móvil sobre la mesa con menor paciencia aun. Y esa acción tan típica en días como aquel, me hizo percatarme de que estaba en una mesa ocupada por alguien al que nunca había visto. Lo observé en silencio, pues el otro parecía inmerso en su principio de lectura, y fijándome en sus rasgos, reafirmé el hecho de que, en efecto, nunca antes le había visto por allí. Luego, en un tiempo inmediato, me llegó la señal lógica de que estaba invadiendo un espacio que no era mío con bastante poca educación y la idea de que esas cosas solían asustar a los desconocidos. Bueno, relativamente, aunque a mí sí…

-Disculpe.

Solté de golpe, irrumpiendo sin más y sintiéndome algo idiota por mi equivocación. Eso sí, sin levantarme del sitio, como si mis piernas quisiesen hacerme pasar una mala jugada, y sonriendo cordialmente.

por **Reiido Haname** Dom Ago 08, 2010 3:33 pm

- Leia la Frase, << todos hablamos el lenguaje del mundo >>. Detuvo por un instante su lectura, mientras saboreaba aquella frase, que mas correcta no podia estar. Sonrio para si mismo, mientras veia a un joven de blancos cabellos sentarse afanado en su mesa. Parecia bastante ofuscado por aquel aparato celular que tenia en la mano. Por eso realmente no le gustaban los ingenios de la tecnologia mas que un par de articulos para escuchar musica en sus largos viajes. Conserv'o la sonrisa elevando la vista por sobre su libro mientras el maitre traia en una bandeja su orden recien elaborada junto a un cafe bastante humeante. Bajo el libro, guardandolo en su chaqueta, mientras de despojaba de su bufanda, listo para comer. Agradecia diariamente el hecho de poder comer una comida descente.

<< Disculpe >> -Escucho decir de aquella delgada figura ya mas calmada-

-miro hacia los lados algo sorprendido, parando a mirarle con algo de inocencia, pestaneando repetidamente - No veo la necesidad, caballero... - Continuo mientras tomaba aquel esponjado pan tibio saboreando aquel dulce olor matutino para darle un pequeno mordisco, deleitandose con aquella muestra gastronomica-

- Esas cosas... arruinan el dia...- Senalando el aparato mientras relamia sus labios despues de aquel bocado. No pretendia meterse en los asuntos de aquel extrano, pero buscaba no menos qeu distraerle por algunos momentos. Despues de todo, era parte de su propia filosofia personal. Aquel lucia bastante diferente a el. Aquel croissant estaba realmente sabroso... -

Gusta? - Senalandole la taza de cafe con el dedo indice - Estaba tan distraido que se le habian olvidado hasta sus modales. Sonrio un poco para si mismo con el pan en las manos. No habia terminado de llegar y ya estaba haciendo el tonto.-

por **Tatsumi Naoka** Lun Ago 09, 2010 12:14 am

Ladeé levemente la cabeza al oír el tono de su voz. ¿De dónde procedería aquel joven? Su acento no parecía ser demasiado típico. Eso sí, me alegró comprobar su serenidad y tranquilidad ante mi intromisión. De hecho, me dio la ligera sensación de que en un principio pensaba que la cosa no iba con él. Así que la “tensión” fue rebajada de golpe. Todo un alivio después de mi batallita telefónica. Cuando tomó el croissant y “tímidamente” lo probó, aguardé aun en mi silencio anterior. Había estado en aquel Café en alguna que otra ocasión, pero nunca me había dado por pedir uno de aquellos. ¿A qué sabrían? Un croissant es como un pan… ¿dulce? No sabía. Y de todos modos, tampoco es que tuviese demasiada curiosidad, pues, cuando se trataba de algo “dulce”, sino había nata de por medio, no resultaba de mi agrado total. Y tras todo ese pequeño lapsus recordando simplezas, mi atención volvió a recaer en el desconocido y el móvil.

-Ahí lleva toda la razón… Complican más que las facilidades que dicen dar. – inconscientemente, me llevé la mano a la nuca y la acaricié algo resignado sin borrar aquella expresión divertida, si es que era hasta cómico. – Quitando mi torpeza, claro… - un detalle casi inaudible.

Lo cierto era que el joven se veía bastante satisfecho con aquel manjar. Y no, no tenía curiosidad en el “bollito”. O no la suficiente. Para mi gusto, le faltaba el ingrediente básico. En cualquier caso e intentando olvidar el tema de los postres y tal, ante su ofrecimiento amable, me negué respetuosamente. Parecía un buen tipo, a primera vista, claro está, pero no estaba bien “abusar” de su “confianza”.

-Gracias, pero no se preocupe, no es necesario. – acto seguido me crucé de brazos y me acomode en la silla, sí, esa misma silla que aun seguía ocupando “ilegalmente”. – Esto… Acaba de llegar a la ciudad, ¿verdad? No me suena haberle visto por aquí con anterioridad. - ni que conociese a todo el mundo allí, pero estaba seguro de que alguien de apariencia tan exótica no era fácil de pasar por alto, aunque fuese de vista.

por **Reiido Haname** Lun Ago 09, 2010 7:35 am

Soy de Bangladesh... de padres norteamericanos...(...) Mi nombre es Reiido Haname, y ha acertado. Soy nuevo por aca. Aspiro a ser profesor de bellas artes en un instituto cercano a este sitio.-Comento con la mirada calma y una legera sonrisa en los labios, mientras observaba el pan que tenia en las manos, dejandolo por un momento en el plato para tomar la humeante taza-

Soy un viajero errante, vera nunca me quedo en el mismo sitio por mucho tiempo...-comento observando su maleta llena de una gran coleccion de parches de diferentes paises - Me he tomado unas vacaciones permanentes desde hace unos anos, y la verdad, he parado aqui por error... pero me parece un sitio bastante agadable para pasar una temporada -bebiendo un sorbo de aquel cafe tan dulce, sonrojandose un poco ante el contraste del fio que reinaba en la zona-

-Aquel lucia bastante desrpreocupado. Realmente habia logrado olvidarle parcialmente de aquel asunto. Era un buen punto para el, aunque su apariencia sobria y educada era una agradable compania para ser su primer dia. Su manana no terminaba de mejorar-

Es usted un habitante de esta cuidad, o tambien va con el rumbo del viento del levante como yo? -Recordo de nuevo algunas frases del libro que leia. Inevitablemente se vio obligado a compararse con la suerte del muchacho. Quiza era este el rey que le daria aquel par de piedras preciosas... Que idioteces, ya su mente comenzaba a volar como de costumbre, riendo para si mismo despues de unos instantes de silencio en broma-

por **Tatsumi Naoka** Mar Ago 10, 2010 5:04 pm

-Del Instituto Rokkentei, supongo… - susurré.

Reiido Haname, profesor de artes plásticas, viajero errante, procedente de Bangladesh, de raíces familiares americanas, y si había acertado, próximo compañero de la cantera de profesores de mi misma escuela. Ahora entendía todo el “misticismo” que desprendía su personalidad. Y así mismo, no dejaba de pensar en cómo el colegio había renovado tantas plazas de profesorado en tan poco tiempo. Que cosas más curiosas…

-Yo, por decirlo de algún modo, soy un habitante casual de estas calles. Al contrario que usted, señor Haname, la suerte fue la que me condujo hasta aquí hace ya “unos cuantos días”...

Compartí su sonrisa unos breves momentos, antes de levantarme y acercarme a la maleta de aquel hombre. No le había quitado ojo desde que aquel había hecho “referencia” a ella. Parecía pesada, demasiado quizás… Totalmente intrigado, me senté delante de ésta en el suelo, olvidándome de que estaba en un sitio público y de que era un adulto. Con el dedo índice de mi mano derecha, acaricié lentamente la superficie de todas aquellas “etiquetas” que decoraban con gracia su “cartera” de transporte, preguntándome qué tipo de objetos portaba un errante en su equipaje.

-Vaya… - numerosos lugares. - Ya me hubiese gustado visitar sólo la mitad de lo que usted ha tenido el placer.

Seguro que tenía montones de anécdotas que contar sobre cada una de sus “aventuras”. Desde luego, era un hombre hecho de mundo, o eso daba a entender, con una imaginación real y no anclada en las páginas de cualquier libro decente. Alguien cuyas opiniones debían ser escuchadas más allá del sentido típico de una reflexión exacta. ¿Me estaría adelantando sobre la visión de aquel? Tal vez sí o tal vez no, tarde o temprano se vería el asunto. Reclinado parcialmente desde baja altura, volví a observarle a él. Ahora era el turno del café. No era de extrañar, pues, su aroma era deliciosamente tentador, un selecto y mimado líquido que servían con cierta exclusividad en aquel local.

-Esta ciudad es un buen sitio, ¿sabe? Aquí encontrará gente de todo tipo, una variedad importante sobre la cual aprender. Tiene, además, muchos sitios interesantes y completos que visitar. Puede que no sea demasiado impactante a primeras como otras, pero tiene su encanto hogareño y demás. Aunque… - un gesto rápido refrenó la habitual caída de gafas sobre el puente discreto de mi nariz. – No sé si es el mejor sitio para establecerse demasiado tiempo…

Aquello último era una idea relativa y que dependía de muchos factores externos e internos de cada cual. Pero, por algún motivo ajeno, me sentí en la necesidad de hacérselo entender sin maldad alguna. Tampoco es que hubiese necesidad de “desilusionarle”.

-Pero, intente no hacerme mucho caso… Al fin y al cabo, sólo usted podrá decidir si lo es o no. – sonreí. – Y antes de que se me olvide... Yo soy Tatsumi Naoka, profesor de literatura. Un placer.

Otra de esas llamativas casualidades.

por **Reiido Haname** Mar Ago 17, 2010 3:42 am

-Estaba escuchando bien? Aquel sujeto era parte del instituto. Una subita alegria invadio su pecho. Al fin tenia el placer de hacer amistad con un miembro de aquel colegio. Aquel no tenia el porte de un estudiante, sino el de un profesor, y mas aun si era uno, debia de ser uno de aquellos que se mostraban muy aplicados, por la forma en la que se dirigia a el otro.

- La suerte… - Volvio a hacer alusión a su libro internamente – El universo conspira para que la suerte este en su favor, caballero. Es un gusto tratar con alguien con quien posiblemente trabaje… y de no ser asi, creo que será una agradable amistad…- contesto, mientras observaba la contagiosa sonrisa de aquel entre aquellos ojos carmesí tan avidos y vivaces-
-
Observo vomo el otro se acercaba a su usada y antigua maleta, mientras levantaba su dedo para pasarlo sobre ella , escuchando su comentario-

El viento me ha llevado a muchos lugares en estos años y ha sido maravilloso conocer cada uno de ellos, aunque la vida sedentaria a veces no es muy buena, cosa que no quiera decir que no tenga sus beneficios… no me arrepiento de ninguno de mis viajes, pero deseo continuar descubriendo que mas puede ofrecerme el mundo para llevar a sorprenderme. …Es justamente la posibilidad de realizar un sueño lo que hace la vida interesante…Tengo muchas anecdotas, si, como todo buen viajero, pero nada vale mas que la experiencia de dormir bajo una noche estrellada… o perderse en una gran ciudad en donde a nadie se conoce. Me alegro de saber que esta cuidad sea un buen paraje para un viajero como yo; (…) pero de la experiencia he aprendido que las ciudades la mayoria de las veces la hace su gente… y sin ello el alma del mundo dejaria de funcionar.

El placer es mio ~ - extendiendole la mano para estrecharle ante su presentacion. Resultaba ser profesor de literatura, una de la areas que tanto le apasionaba ademas del arte.

Y que le trajo a usted a esta ciudad….? – Colocando una de sus manos sobre sus mejillas. el frio comenzaba a sonrojarle la nariz-

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