Presentación (Clase 1-2)

Se deslizó en el aula lentamente, seleccionando un asiento provisional. Con un solo movimiento, apartó la parte inferior de su chaqueta para sentarse con mayor comodidad. Tomó asiento y observó la pizarra.

- Parece ser que soy el primero - susurró.

Sonrió de lado mientras jugueteaba con uno mechón de pelo.

- Este curso promete - se levantó de nuevo y caminó hacia la mesa del profesor - Acabo de llegar y ya estoy solo en aula.

¿Qué es lo peor que puede pasar?Se repetía a si mismo mientras caminaba buscando su salón. Respirando profundamente tratando de calmar su agitado corazón. Contuvo la respiración al llegar a la puerta y entró a la clase con una sonrisa altanera que demostraba tener tanta confianza, como si se creyera perfecto o como si en verdad lo fuera.
-Hello - dijo con naturalidad mientras se hacía el cabello hacia atrás en un gesto de coquetería.

- Hola - su mirada fue inexpresiva cuando alcanzó a ver aquel chico nuevo.

Simplemente se miró los zapatos y lo ignoró por completo. No es que le molestase hablarle ni nada de eso, pero era demasiado problemático e inútil entablar conversación con un chico de su tipo... no era problemático ni humilde... no era su estilo y punto.
Desvió su mirada hacia él, de soslayo, para realizar un escrutinio de su físico. No era un chico desagradable a la vista ni mucho menos, pero los aires altaneros lo desesperaban profundamente.
Una luz resplandeciente como aquella no tenía, en principio, un lugar en su oscura personalidad.

Su principal preocupación había sido la clase de compañeros que tendría, pero al ver la clase tan vacía se dio cuenta de que la peor parte no era esa. Tenía tiempo de no entrar a un salón de clases y ver aquellos escritorios sólo le provocaban recuerdos. Su rostro dejó de brillar al pensar que no volvería a ver a ninguno de sus antiguos “compañeros” a los que les guardaba rencor y un fuerte aprecio. Pasó en silencio y se fue a sentar a uno de los asientos del rincón de atrás. Recostó su rostro sobre la mesa y lo escondió con sus brazos.

Habiendo llegado media hora antes para colocar las cámaras...

...habiendo colocado perfectamente un escondite para que nadie se percatase de su presencia...

...y habiendo renunciado a su desayuno en el Comedor simplemente por un poco de paz mientras esperaba a que pasasen las cosas...

...y, cuando al fin entraban dos personas al aula, personas a las que observaba a la perfección desde su perfecto escondrijo en un armario, mientras grababa...

...Tenía que ser fastidiado de esta manera.

En primer lugar, había observado a los dos chicos entrar a la habitación. Al parecer aún faltaba gente de la 1-2 por entrar, pero con dos personas estaría bien por ahora. Y entonces... ¿¡De todos los pupitres en la sala, iba a sentarse en "ese"!? Así es, pudo oír un ligero "crack" cuando el último en entrar apoyó su cabeza sobre una de sus bien camufladas "cámaras-clave". ¡Ea! ¡Muy bonito! Casi podía sentir los Dólares Australianos volar de su bolsillo del uniforme.

Y, para fastidiarlo todo... un "grrrr" escapó de su estómago. Solo alimentarse de eucalipto con la excusa de colocar cámaras en todo el edificio de su nuevo instituto le venía a cobrar con un gran rugido de estómago... ¡justo en ese silencio!

Se insultó mentalmente por no haber ido a desayunar, pero tenía que ser precabido... Bueno, solo esperaba que esos dos estuvieran sordos, o muy distraídos como para darse cuenta de él.

Un gruñido lo hizo despertar de sus pesados pensamientos. Podía sentir que algo extraño había en el lugar, su intuición no le podía fallar. Le quedaban dos únicas opciones, la primera, gritar como una niña asustada no era su mejor opción. Así que decidió levantarse del escritorio y buscar de dónde provenía aquel ruido. Intentaba fingir ser valiente, pero no era esa su mejor cualidad. Caminaba por la clase, revisando los escritorios. Acercándose al armario que le parecía sumamente sospechoso. Se detuvo a verlo. Pasaban millones de cosas por su cabeza en ese momento, mientras abría la puerta del armario dispuesto a enfrentar lo que hubiera dentro o a correr asustado. Respiró profundamente y se acobardo. Comenzando a retroceder hasta llegar a la mesa del profesor, donde se encontraba su compañero.
-Creo que oí algo... -dijo escondiendose detrás de él.

Cierta persona caminaba por los pasillos, perdido y ahblando consigo mismo...
- Sh*t, ¿pero dónde queda la maldita clase? - Dice caminando en dirección contraria, pasando por enfrente de la puerta por quinta vez lo menos.
Volvía de dar su sexta vuelta en busca de la clase perdida cuanto observó entrar a un chico con pinta de panda a la clase. Es entonces cuando se percató de que allí había una puerta.
Siguiendo con su amena conversación consigo mismo, se acercó a la puerta y pudo observar, con cierto cabreo, que era la 1-2; la que tanto rato había perdido en su busca. Se maldijo a sí mismo y a su nula capacidad de orientación.
Entró, abriendo del todo la puerta de una "suave" patada y, todavía hablando en tono bajo consigo mismo y con las manos en los bolsillos, entró y, sin saludar ni nada; ni tan siquiera mirar a los allí presentes, se dirijió al pupitre más apartado de todos; el de la esquina menos iluminada de la clase. No le gustaban los nuevos institutos; No le gustaban los nuevos compañeros; ni los nuevos amigos ni profesores; En resumen, odiaba volver de las vacaciones de verano y todo lo que todo ello conllevaba.
Se sentó en la silla, ignorándolo todo y se apoyó en la mesa, con gesto aburrido. Sacó entonces de su bolsillo del uniforme lo que parecían ser lápiz, goma y un papel arrugado que extendió en la mesa y en el cual comenzó a escribir o, más bien, a dibujar...

Observó toda la escena con aire tranquilo, sin apenas inmutarse, como si todo aquello fuese parte de su día a día. Ni tan siquiera le fulminó como lo hacía el chico-panda cuando le tiró de la silla y le gritó con sus aires de superioridad. Simplemente se limitó a levantarse sin prisa pero sin pausa, y a quitarse el polvo de la ropa sin dirijirle en ningún momento la mirada. Acababa de entrar y ya estaba en problemas. No sabía si tomarse todo aquello como un hecho deprimente o una juerga...
Alzó la vista y, al ver la graciosa cara, comparable, como se ha dicho tantas veces, a la de un panda, no pudo reprimir una carcajada. Era un tipo divertido. Además, con esa estatura suya, se parecía más aún a un oso de peluche. Este pensamiento le produjo aún más gracia y, como consecuencia, más risas disimuladas.
Ya no le importaba que le hubiese roto en mil pedazos su dibujo en toda la cara, (aunque, en verdad, ni en un principio le habían importado esos garabatos. Al fin y al cabo, le estaban saliendo mal) o que hubiese hecho canasta con los restos del papel como si se tratase de una pelota. Lo importante es que se lo estaba pasando bien, según su punto de vista.
- Lo siento... señor panda... - Dice tapándose, acto seguido, la boca, dándose cuenta de lo que había dicho sin pensar.
Ya no le parecía tan divertido como antes y, aunque sentía curiosidad por ver la reacción del otro, sabía que todo lo que había ocurrido solo iba a acarrear muchos más problemas aún. ¿O no?...

Se aleja, evitando el empujón. Y, medio sonriendo y ciertamente divertido, le dice:
- Ey, ey... Lo siento... Jeje, es que con esas ojeras que llevas te me parecistes a un panda y... bueno... ya ves que no pude evitar decir lo que dije... - Dice llevándose una mano a la nuca, con aire divertido. Como si con solo eso se fuese a solucionar todo. Pero bueno, había que intentarlo...
- O bajarle los humos al panda o morir en el intento - Dijo para sí mismo, inaudible ante el escándalo que estaba formando su compañero y hasta puede que nuevo enemigo.
- Pero vamos, no te pongas así. Si te cabreas lo único que conseguirás es hacerte más viejo... y vivir menos tiempo - Dice recordando lo que leyó en una revista de estadísticas que tanto les encantan a los alemanes - Lo leí en una entrega de Nathional Geographic - Dice llevándose una mano a la barbilla, pensativo, como queriendo desviar el tema de la antigua conversación, que no era otra que insultos y poco más.
((Siento escribir tan poco. Vengo de hacer un resumen y tengo la imaginación un tanto dormida Uu Prometo esforzarme en el siguiente post))

((Cuánta violencia D: ))
- Au... - Dice sobándose, un tanto intranquilo, la nuca. Se sentía ciertamente incómodo. Era la primera persona a la que conocía y ya le comenzaba a odiar. "No es justo...Uu", pensó...
Es entonces cuando recordó otro curioso dato del canal Odisea, (Un canal parecido al Nathional Geographic, para quien no lo conozca), acerca de la violencia en los hombres...
Fue a comentárselo, pues le encantaba comentar todo lo que sabía y debatirlo, pero, al cae en cuenta que, como seguramente era de esperar, no iba a conseguir sino enfadarlo más, se calló.
Seguramente sería de ese tipo de personas que no les gustaba para nada saber que tanta violencia era por falta de S**o...
- Oye, ya te dije que lo siento... - Dice en voz más baja, mirando hacia el suelo. Seguía sobándose la nuca, solo que ahora con un aire un tanto incómodo...

me encontraba a la vuelta de la esquina, veia la puerta del salon "1-2" **ese es mi salon pero...** dudaba del si entrar o no, habia llegado incluso 2 horas antes pero mi timidez me impedia acercarme, habia visto a alumnos entrar y aun cuando mi mente me indicaba entrar mis piernas parecian inmoviles.

- debo de entrar seguramente ya empezo la clase - me dije a mi mismo dando un par de pasos - pero si entro el profesor se enojara conmigo, que deberia hacer? - respire hondo y cerre mis, caminando hacia el salon **debo de entrar a clases, debo de entrar a clases** me repetia en mi mente.

abri la puerta azotandola por error, lo cual hizo sobre saltarme - l-l-lo siento - mirando al suelo, corri hacia algun lugar que se encontrara a lado de la ventana sentandome rapido pero al correr una de las balas que llevaba en mis tobillos se habia caido sonando un tintineo **que verguenza, por favor kami sama que nadie me halla prestado atencion**