Al más puro estilo oriental ( Kytsume)

Quedó un poco apenado al estrechar su mano con la de Kytsume para empezar a caminar hacia su hogar, sonrió levemente mientras daban los primeros pasos, miró algo emocionado al escuchar que si se pondría un quimono, rió junto a él satisfecho de que podria verle de otro tipo de vestimenta, pensaba le quedaria bien.

Siguieron caminando saliendo del instituto en pocos minutos, la ciudad se expandia mientras seguian caminando, tomados de la mano, Yao se le pasaba por la cabeza que la gente lo veria de lo más normal un hombre y una "chica" juntos, le dio un ligero tic en su ceja derecha algo molesto por pensar en ello. Era tan tonto en ese sentido, a quien demonios le importaba?. El dia estaba perfecto, con una suave brisa, sin sol, nubes blancas cubriendo el cielo, un dia sencillamente precioso...

- Se lo que nos espera aru...- musitó cambiando su expresión algo triste o decepcionada.- Porfavor no lleges a pensar soy un niño mimado cuando veas mi casa yoroshi...- dijo cerrando los ojos con lentitud y bajando la cabeza, la zona residencial estaba justo empezando cuando Yao subio la cabeza, a lo lejos se podía ver lo que era su "casa" o mejor dicho mansión al más puro estilo oriental.

- Ahi esta...- dijo suspirando...

Spoiler:

Se fueron acercando y su corazon se fue encogiendo levemente, de los nervios, de preocupación de tonterias nada más, miró de reojo a Kytsume y le soltó de la mano cuando ya estaban enfrente de esta, teniendo que pasar el mini puente.

- Perdona te suelte de la mano aru.- dijo sonriendole y besandole la mejilla con calidez.- La función empieza yoroshi.- dijo ocultando aun mas sus manos atraves de sus mangas colocandolas horizontalmente un poco mas abajo de su pecho, cerró los ojos con seriedad y empezó a caminar a un paso firme.- Sigueme porfavor.- dijo mirando hacia atrás sonriendo de lado. - Decide cuando entramos aru...- dijo volteandose con una sonrisa sincera.

Caminaban tranquilos hasta que avistó la zona residencial. No sabía muy bien como sería la casa de Yao, pero estaba asimilando que sería enorme y lujosa, como su familia asiática había preparado para él.

De pronto, una majestuosa mansión, de origen oriental como había planeado, se dejó ver ante ellos. No podía negar que se había quedado increíblemente sorprendido. A cada cosa que Yao le mostraba de si mismo se veía más y más inferior a él, hasta el punto de que ya se preguntaba como demonios quería tenerle a su lado siendo tan genial.

- Es... enorme - sus ojos estaban abiertos, pero tampoco en exceso.

Sintió como Yao le soltaba la mano y le daba un beso en la mejilla ¿Cómo se podía ser tan sumamente mono? A decir verdad, se sintió algo indefenso cuando no se vio atado a él. Era como si se fuese a adentrar en un lugar remoto y desconocido del que no sabía nada y la única persona que podía guiarle le hubiese abandonado. Aunque el chico no le hubiese dejado, la formalidad y la distancia le arrebataban todo el valor.

- Cla... ¡Claro!

Se había quedado atontado y confuso justo antes de que Yao le pidiese que le siguiera. Tenía una posición muy... ¿Oriental? Al puro estilo de las películas ambientadas en los países asiáticos, especialmente en China. Pero, ¿Qué podía esperar? Su amante era de origen chino... que distintos eran sus países de origen. Él era un inglés criado en el secreto y a la sombra de una madre egoísta, convirtiéndose en alguien introvertido y caprichoso. Yao era un chino al que le habían dado responsabilidades, que había cuidado de niños y que estaba dispuesto a dar mucho a los demás. Tenía suerte de estar a su lado.

- Supongo que... podríamos entrar ya, ¿No? - le miró a los ojos, intentando infundirle una confianza que ni él mismo tenía - la espera hace que parezca que me vas a presentar a tus padres para que les pida tu mano en matrimonio - se rió, más por los nervios que por la gracia que le hacía el comentario.

Y aguardó, aguardó a que Yao le dijese como debían entrar y le indicase el camino a seguir.

Veia un tanto divertido las reacciones nerviosas de Kytsume al ver su casa, no queria soltarle de la mano, pero debia hacerlo, esperaba entendiese el porqué al entrar a su casa. Sonrió ligeramente asintiendo con la cabeza sin quitar aquella postura de sus brazos, empezó a caminar por el puente hasta llegar hacia la puerta. La sonrisa de Yao se habia borrado ahora era todo seriedad, hasta podria decirse actuaria con frialdad, tenia que borrar aquella esencia alegre por unos momentos. Tocó la puerta fuertemente un par de veces, la puerta se abrió instantaneamente de un tiron hacia ambos lados para darles paso, paralelos a las puertas habian repartidos simetricamente 17 hombres y 17 mujeres presentando una reverencia arrodillados ocultando sus rostros.

- Bienvenido a casa Joven Yao.- dijeron todos al unisono para darles la bienvenida, la unica que no hacia reverencia era una señora de unos 56 años de edad, quien sonreia dulcemente al verle, el pelinegro abrio los ojos mirandolos a todo sin expresion alguna y asintió al saludo.

- Espero podamos disfrutar nuestra estadia en este pais tan lejos de nuestro hogar aru, gracias por ser pacientes y tomarse la molestia de venir conmigo por mis caprichos yoroshi, mi invitado será tratado con total respeto y cualquier cosa que pida se le atenderá de inmediato deacuerdo?.- dijo imponente ante todos

- Como ordene.- dijeron todos ya con suavidad, Yao hiso un movimiento con su mano derecha indicandoles se podian dispersar e ir a sus trabajos en aquella enorme casa, en la que solo veian un gran espacio que era la zona de entrada. La señora se acercó a Yao abrazandole, el sonrió correspondiendole cuando ya todos se habian ido.

- Me alegro de verte de nuevo Yao.- dijo la mayor con una dulce sonrisa apartandose de él haciendole una reverencia a Kytsume como saludo.

- Te extrañe mucho Xiao aru, Xiao este es Kytsume, Kytsume ella es mi... como decirlo mi nana que me cuidó desde pequeño yoroshi.- dijo sonriendo y acercando un poco a Kytsume para que no tuviese pena.

- Un placer joven Kytsume, espero Yao no le haya enredado con sus caprichos y tonterias.- dijo sonriendo divertidamente mirando de reojo a Yao quien se cruzaba de brazos para mirar a otro lado, haciendo un leve puchero divertido.
- Se bienvenido siempre que quieras a esta casa, gracias por cuidar al joven Yao.- dijo amablemente a Kytsume.

En cuanto puso un pie en la casa se le abrió un poco la boca. ¿Eran aquello 34 personas arrodilladas por Yao? Se notaba que era de una familia noble... por mucho dinero que su madre tuviese, nunca alcanzaría tal respeto por muchos empleados domésticos que contratase, además, nadie estaba más de media hora en la casa que compartían desde que él se había ido al instituto, por lo que era absurdo contratar a alguien.

Les indicó que le sirviesen en lo que gustase - algo que le parecía exagerado- y después todos se retiraron. Vio como el chico abrazaba a una mujer mayor y le aseguraba que la echaba de menos ¿Su madre? Pronto le confirmó que había sido algo así como una madre, aunque no fuese la biológica. La mujer se inclinó ante él en señal de saludo y Kytsume, intentando ser respetuoso y adaptarse al nuevo ambiente, le correspondió con una reverencia casi idéntica.

- El placer es mio, señora - no sabía como debía llamarla y tampoco sabía si podía o no podía tomarle la mano y besarla, del modo en el que había sido educado en Inglaterra - ¿Caprichos y tonterías? ¿Yao?

Miró al chico curioso. ¿De verdad era un caprichoso en su casa? Con él era más bien una persona gentil y altruista que cumplía casi todo lo que le pedía... a su punto de vista, el caprichoso de aquella relación era él mismo. Se veía tan mono, haciendo pucheritos...

- Creo que el único caprichoso de los dos soy yo - esbozó una leve sonrisa, girando levemente la cabeza para mostrar ternura - y no tiene que darme las gracias por cuidar de él, estaré encantado de guardarle bajo mi supervisión todo el tiempo que él lo desee.

No tenía pensado hablar de la relación que tenía con el joven amo de la casa. Suponía que si Yao le había soltado la mano era porque no estaba bien visto para todas aquellas personas el hecho de que su señor estuviese manteniendo una relación amorosa con otro chico. Si ya era difícil para las personas de occidente aceptar la homosexualidad, en lugares como China, donde el contacto físico es casi inexistente, debía ser la palabra tabú por excelencia.

No recordaba muy bien las normas de educación chinas que había leído hacía tiempo. No sabía muy bien lo que tenía que decir... él tenía más experiencia en cultura japonesa y en trato con personas de Japón.

- Le agradezco su trabajo, por cuidar de Yao en su infancia y por seguir cuidando de él ahora que esta caminando hacia la madurez - inclinó levemente la cabeza, con las manos entrelazadas en su regazo - me sentiría orgulloso si me aceptase bajo su cuidado y me guiase con su consejo mientras me encuentro aquí, en una casa que ostenta una cultura muy diferente a la mía.

Cerró los ojos y suspiró. ¿Había sido demasiado? ¿Lo habría hecho bien? No podía saberlo con exactitud, por lo que simplemente esperó a ver la reacción de la mujer.

La mujer le sonreia dulcemente a kytsume, reia un poco divertida por los modales del peliblanco, al parecer ya le agradaba, Yao por su parte se cruzo de brazos para escuchar a su invitado.

- con gusto te ensenare mas sobre yao, creeme es un mando caprichoso cuando se lo propone, lo digo por experiencia jajaja - dijo divertida cuando kytsume habia terminado de hablar, yao estaba algo avregonzado ya que era verdad, el era caprichoso cuando se lo proponia.

- bueno podran conversar todo lo que quieran sobre mi aru.- dijo acercandose un poco a la senora xiao, le miro un tanto preocupado frunciendo el ceño. - una pregunta, segura son 34 los que vinieron?. Hay uno mas escabullido, donde estan todos los hombres?... - dijo esto ultimo mostrando demasiada seriedad,
Xiao se preocupo mostrando una cara algo triste porque ya sabia lo que pasaria.

- yao... Estan en el salon de entrenamiento, que les toca ahora su calentamiento... - dijo con suavidad y como si algo se fuese a romper con sus palabras.

Yao respiro hondo emanando cierta aura de enojo y sin previo aviso empezó a caminar algo rapido hacia el lugar , xiao le siguio mirando un momento a kytsume para que los siguiese.

- yao porfavor no hagas una locura!- dijo preocupandose cada vez mas pero yao no la escuchaba.

Se sorprendió al ver aquella mirada en la mujer. ¿Qué demonios estaba pasando? "yao porfavor no hagas una locura" pronunció después. Por lo que, sin pensarlo, siguió al chico y le alcanzó. Le tomó por los brazos y se los inmovilizó detrás de la espalda.

- ¿Qué se supone que vas a hacer? - le hablaba al oído, preocupado.

No es como si esperase frenarle de ese modo, simplemente quería una explicación y sabía que si no le inmovilizaba aunque fuesen unos segundos, no conseguiría nada con gritos y más gritos. ¿Se supone que iba a enfrentarse a aquellos hombres? Muy bien, le ayudaría cuanto pudiese.

En ese momento, se arrepintió de no haberse llevado su bastón pero... ¿Quién se imaginaría que Yao iba a entrar en acción? Haber, tampoco lo sabía con certeza, pero las palabras de la mujer... que estuviesen en un entrenamiento... y la expresión de Yao significó mucho en la mente calculadora e inquisitiva de Kytsume.

- ¿Pretendes enfrentarte a esos hombres? - ya notaba los esfuerzos de Yao por liberarse - ¿Para qué entrenan? - no pretendía hacerle daño - Si me lo dices, te soltaré e iré contigo, no puedo retenerte...

Al sentir como Kytsume le retenia no podia responderle mal apartandose, se volteó ligeramente mirandole aun con expresion seria.

- A uno en particular, nos estaban vigilando cuando andabamos en el instituto aru, y ese hombre no pertenece a esta casa... Me han faltado el respeto y merece pagar aru.- dijo friamente para luego mirar a la señora Xiao que juntaba sus manos un tanto preocupada.

- Entiendeme Xiao, sabes que esto es lo de siempre aru, sino hace nada que me moleste no le haré nada aru.- dijo cerrando los ojos por unos segundos, miró a Kytsume e esbozo una leve sonrisa.- Entrenan para ser mas fuertes en las artes marciales, yo soy el maestro de todos ellos cuando puedo aru, por eso entrenan... Pero hay uno que no pertenece a este lugar, y quiero saber porque demonios está aqui sin mi consentimiento.- dijo dandose la vuelta y continuaba su trayectoria hacia aquel salón, estaba que ardia de la rabia, sentia la preocupacion de Xiao como siempre, pero no podia hacer nada...

Llegó porfin al lugar, abriendo las dos grandes puertas de par en par, todos los que entrenaban se colocaron en reverencia ante él, con una rapida mirada, veia que no eran 17, sino 18 hombres, frunció el ceño y reconoció a el que descubrió vigilandolos, rapidamente se acercaba a él; obviamente se dio cuenta y empezó a dejar la postura retrocediendo hacia la pared del final, quedando en medio de esta, frente a todos. Yao le empujó fuertemente hasta la pared mirandolo a los ojos.

- Quien demonios eres?. Que haces aqui aru? Quien te envio!?!.- gritó esto último respirando fuertemente, tenian diferencias muy marcadas ellos dos, Yao pequeño y delgado y el hombre era musculoso y alto, lo miró con una sonrisa divertida riendo un poco.

- Me mandó el segundo a espiarte.- dijo como si aquello fuese muy divertido, mientras que Yao mantenia aquel semblante duro y molesto, talves sus facciones masculinas estaban ya más marcadas. Sus dos manos lo tomaron por el kimono y lo alzó apoyado en la pared, como si aquel hombre pesara unos 10 kilos nada más.

- QUE TIENE DE DIVERTIDO ARU?! NO TE QUIERO VER EN ESTE LUGAR NUNCA MÁS DESAPARECE DE ESTE PAIS Y DILES A ESOS IDIOTAS QUE SEGUIRE TRABAJANDO EN ESTE LUGAR YOROSHI!!.- dijo soltandole con brusquedad y se daba media vuelta con los ojos cerrados, todos los presentes miraban sorprendidos por la escena. El hombre por su parte se incorporó y rió nuevamente.

- Como usted diga SEÑORITA WANG.- dijo entre risas satisfactoria... Como si de una corriente electrica por su cuerpo ubiese pasado, Yao abrió los ojos inmediatamente voltenadose lentamente hacia él, esta vez si se habia pasado. Corrió hacia él con tanta velocidad que no se sabe cuando pudo saltar y clavarle dos patadas giratorias en el pecho, sin exagerar... la pared quedo algo agrietada y el hombre cayó sentado en el piso, con un hilo de sangre en la boca.

Yao le pisó la entrepierna, para que gritase de dolor.- Ahora quien es la señorita en este lugar aru?... Dime quien? QUIEN ESTA GRITANDO COMO UNA NIÑA AHORA?!.- dijo afincandose cada vez más con su pie.- Agradece que no te haya golpeado con mas fuerza, ubiese muerto de un paro al corazon sabias??... Vete a jugar a las muñecas espias.- dijo dando la vuelta para salir de aquel salón aun con los nervios de punta.

- Dos de ustedes saquenlo de este lugar, no lo quiero ver en mi vida aru. Ponganle hielo donde más le duele, espero ya hayas tenido algun hijo porque no pasaras tus asquerosas raices a unas inocentes criaturas yoroshi.- dijo con el mismo tipo de sonrisa satisfactoria que le habia esbozado el hombre minutos atrás.

Salió de alli hacia el jardin, pasando al lado de su visitante y Xiao que se tapaba la boca asustada, la señora tomo a Kytsume del brazo guiandolo junto a Yao; que ya se habia sentado a tranquilizarse en una de las rocas que decoraban el basto jardin.

- Odio cuando pasa esto, joven Kytsume, ya se le pasará en un minuto.- dijo mirandolo con cierta verguenza de que haya visto aquella escena.- Perdone, no haya sido una buena primera experiencia aqui, regreso en unos minutos.- dijo alejandose hacia el salón donde estaban antes.

Cuando vio a Yao en aquel estado le recordó a sus antiguos compañeros de instituto. Chicos problemáticos que peleaban entre sí. La diferencia era clara: Yao tenía un motivo para golpear a ese hombre y sus antiguas malas influencias no.

Al ver sangrar a aquel tipo desagradable esbozó una sonrisa ladeada en sus labios. Decidió no mantenerla demasiado, por respeto a la mujer que se encontraba a su lado, viéndolo todo. Le gustaba la sangre, le gustaba demasiado. Era casi enfermizo, casi brutal. Al ver todo aquello, su época de peleas callejeras pasó por su mente en fotogramas, rememorando toda aquella adrenalina. Llevaba demasiado tiempo siendo pacífico.

No iba a meterse en algo que Yao deseaba solucionar solo. Y él sabía que el chico quería acabar con aquello por su propia voluntad, sin ayuda de nadie. Si hubiese corrido peligro, se hubiese lanzado sin dudar pero... ¿Cómo iba a correr peligro con todas aquellas habilidades? Recordó que le había dicho que si le dejaba era libre de golpearle, rió inconscientemente por eso.

Cuando Yao abandonó la habitación, sin mirarle siquiera, comprendió como se sentía. Era una reacción idéntica a las que él experimentaba cuando salía de la comisaría de policía. Necesitaba relajarse y entendía aquello, pero quería estar a su lado. La mujer le habló con vergüenza, como si lo que el chico había hecho fuese algo irresponsable y maleducado.

Sin darle tiempo a contestar, la mujer ya se había ido. Caminó lentamente hacia Yao, metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón corto. Sus pasos eran casi como una danza y comenzó a silbar despreocupado. Cuando ya estuvo muy cerca, se inclinó a su altura y le miró a los ojos con una sonrisa.

- ¿Te he dicho ya lo mucho que me gustas? - le dedicó una sonrisa.

Y se acuclilló a su lado. Dejó las manos relajadas, apoyando sus antebrazos en sus muslos. Su flequillo se movió por la leve corriente que mecía las ramas de los árboles. Todo parecía tan apacible... lo único trastornado levemente era el estado de ánimo de Yao. Y tampoco había sido para tanto... Xiao-san había exagerado en demasía.

- No solo eres inteligente, increíblemente sexy y tienes una personalidad deliciosa - le acarició un poco una mejilla - sino que también eres fuerte, tienes mucho carácter y demuestras tu valía con tus acciones - devolvió la mano a su lugar original - Tsk, era irremediable que me enamorase de ti.

El pelinegro estaba amargado, como era posible seguian pretendiendo espiarle como si fuese a cumplir con sus tareas de la dinastia, le sacaba de quisio aquello, cruzado de piernas en esa roca, apoyo su codo en su muslo para poder reposar su menton en la palma de su mano derecha, miró de reojo a Kytsume quien se habia acercado lentamente hacia él colocandose de cuclillas ante él con una sonrisa.

Escuchó su primera frase, asintiendole aun con aquel semblante sin expresión, cerró los ojos al sentir la caricia que este le dedicaba en su mejilla mientras le elogiaba a su manera, abrió los ojos mirandole cuando este se habia detenido, al terminar el chico de hablar, una risa interna salio a relucir para permitirle relajarse mientras reia, se tapo la cara con su mano derecha manteniendo aquella posición.

- Jajajaja, xie xie aru.- dijo incorporandose mientras se reia, y sus mejillas se coloraban un poco debido a la diversion que le habia causado sus palabras. Por otra parte Xiao se habia asomado para ver como Yao ahora reia felizmente como siempre, agradeció por lo bajo a Kytsume y volvió a la casa satisfecha.


- Eres único Kytsu, gracias aru.- ya calmando su risa y le sonreia agradecido, lo tomó de la mano caminando adentrandose un poco al jardin.- Perdona por esa escena, no queria me vieras de ese modo aru...- dijo deteniendose mirando de reojo a Kytsume.

¿Se avergonzaba de haber sido como Karate Kid pero de calidad? ¡Por Dios! Que chico tan único y especial... un chico común se hubiese regocijado de ser tan fuerte y capaz. Pero él no, él se sentía avergonzado por haberle mostrado ese lado tan... impresionante.

- No te preocupes - le giró el rostro tomándole por el mentón y susurró - Mientras no te vuelvas tan agresivo en la cama... - miró a un lado y otro, para asegurarse de que nadie les veía y le besó.

Comenzó con un beso lento y cariñoso. Con cuidado, le sujetó por la cintura y le acercó hacia sí. Quería confortarle, hacerle sentirse mejor consigo mismo. Puede que tuviese una fuerza descomunal - que había demostrado rajando una pared - pero su forma de amar era suave, hermosa y delicada. Y sus besos eran increíblemente dulces.

Además, no sabía si alguien había visto antes esa expresión tan sexy que Yao ponía cuando le... bueno, le hacia trabajos... orales en la entrepierna. Esas mejillas sonrojadas y esa vergüenza por dejar salir gemidos que eran casi incontrolables. Estaría celoso si alguien la hubiese visto antes, pero le daba más importancia a ese Yao que al que había visto en la sala de entrenamiento minutos antes.

Y la verdad es que había estado completamente sexy. Tan poderoso y tan... imponente. Un poco más y deja K.O. al desconocido ese. Y eso que el tipo desagradable al que había dado una buena paliza le doblaba en altura y parecía un armario empotrado.

- En definitiva... - le acarició los labios - eres increíble.

Se quedó levemente impresionado al dejarse girar por Kytsume cuando este le tomó del menton, para susurrarle algo que le hiso mucha gracia, pero no pudo reir ya que recibia inmediatamente un beso por parte del peliblanco que le rodeaba la cintura para acercarle con ligereza. Por inercia Yao colocó sus manos gentilmente en el pecho del chico que era unos 5 centimetros mas alto que él, pareciese que el peliblanco fuese el mayor entre ellos dos, totalmente lo contrario, se sonrojó levemente hasta que se separaron con lentitud, escuchandole nuevamente.

- Xie xie aru...- dijo sonriendo por lo bajo algo apenado.- tu tambien eres increible aru.- dijo llevandose la mano hacia su boca para taparse levemente los labios, como demostrandole le habia encantado que le besara en ese instante, cerró los ojos y lo tomó de la mano nuevamente para guiarle.

- Quieres ver a mis mascotas aru? Las extraño un monton vamos .- dijo practicamente contestando por Kytsume, ese talves habia sido un mini capricho, pero el peliblanco no habia visto nada, llegarón hasta una zona donde habia un mini bosque de bambu apartado de todo, Yao le soltó y corrió hacia alli animado, se agachó un poco, viendo salir a un cachorro de panda que corria hacia el, lo tomó fuertemente entre sus brazos, abrazandolo con una gran sonrisa.- Como has crecido aruu!! que bello eres!.- decia con las mejillas algo coloradas por la emocion, mientras hacia esto camino un poco hacia Kytsume.- Verdad que es lo mas hermoso de este planeta aru?.- dijo sonriente

- Quieres cargarle?. Su madre está alla atrás, de todas maneras a este pequeño le gusta que juegen con él.- dijo sonriente dandole con cuidado al pequeño panda a el chico peliblanco frente a él..- Pesa unos 20kilos podrás con el?.- dijo como si fuese un reto para su compañero.

Cuando terminó el beso, Yao prácticamente el arrastró hasta un bosque de bambú. Y entonces vio las dos cosas más monas del mundo unidas en un abrazo. Aquel panda era una cosita peluda y adorable... pero Yao lo era más, sin duda.

Su cara de felicidad, sus mejillitas sonrojadas y esa manera de hablarle al animalito. En ese momento le arrastraría a la cama y le haría un montón de cosas X sin dejarle decir ni una sola palabra. Pero no le pareció el momento adecuado... ya tendrían tiempo cuando le mostrase su habitación.

De pronto, el chico se acercó a él con el panda en brazos y le ofreció tomarlo. Asintió levemente, a pesar de que pesaba sus 20 kg. Lo tomó y se sintió como si le acabasen de inyectar un montón de calmantes. ¿Qué demonios tenía esa cosa peludita?

- Aww - él no utilizaba esas onomatopeyas nunca - ¿Quién es la coshita másh mona del mundo? - su voz era ridícula, pero parecía no importarle, por lo que le tocó la nariz al pequeño animal.

Como si le acabasen de pegar se puso rojo y miró a Yao con las mejillas del mismo color que sus iris. ¿Qué demonios acaba de hacer? Se inclinó y dejó al panda en el suelo, con los ojos aún fuera de sus órbitas.

Miraba animado a Kytsume mientras este tomaba el panda, impresionante! no sabia el chico podia mostrar aquellos sentimientos de ternura al tener a algo tan adorable en brazos, al parecer se dió cuenta de lo que habia hecho y se puso rojo como un tomate dejando al pequeño panda en el suelo. La sonrisa de Yao fue aumentando conforme los segundos y empezó a reir tapandose la boca como de costumbre por la reaccion del chico.

- No sabia podias hacer eso aru!! se te vio muy feliz.- dijo entre risas.- Aiyaa nunca pense verte de esa manera yoroshi, todo gracias a mi querido panda aru.- dijo tomando al cachorro en brazos con una sonrisa de oreja a oreja.- Demonios te ubiese grabado Kytsu, nunca se me va a olvidar tu cara y expresiones, verdad pandita aru?.- dijo juntando su nariz con la del pequeño panda y caminando hacia el mini bosque, viendo a la madre de este sentada tranquilamente.

- Anda has engordado o es mi imaginacion aru?.- dijo dejando el panda en el suelo con una sonrisa, se acercó al gigantesco animal, cayendole encima para abrazarla, increiblemente el animal le recibio el abrazo con delicadeza sino le sacaria el aire.- Estas toda esponjoza, te has cuidado bien aru, me alegra yoroshi.- dijo con una sonrisa al imponente panda que continuaba sentado como si nada, dejó de molestarle y se dirigió a Kytsume. - Ya se te paso aru?.- dijo jugando con el chico que se habia puesto tan rojo que no lo imaginaba.

Miró hacia otro lado cuando Yao comenzó a reír y a decirle todas esas cosas tan embarazosas. ¿Tan "adorable" había sido? Ya no recordaba la última vez que había usado esa vocecilla extravagante y de dibujitos con algún ser viviente.

Yao parecía feliz por haber descubierto ese lado suyo. Si a él le gustaba, todo estaba bien, aunque sus mejillas mantenían su tonalidad carmín. Se sentía como si se hubiese desnudado ante un montón de gente y probablemente hacer eso le hubiese provocado menos sonrojamiento que aquella muestra de afecto descomedida.

- Yo... bueno... esto... - miró hacia el suelo, porque no sabía donde esconderse - ¿Grabar... Grabarme?! - le miró a los ojos, con las mejillas coloreadas.

Cuando dijo que no se le iban a olvidar sus expresiones maldijo el momento en que había aceptado coger a aquella dulzura de animalito entre sus brazos. No se arrepentía del abrazo, porque aquel panda era condenadamente adorable, pero había hecho el ridículo sin motivo aparente.

Mientras pensaba lo idiota que había sido, Yao se adentró en el bosque de bambú y él lo siguió. Al poco tiempo, alcanzó a ver a una señora mama panda de tamaño descomunal que imponía, imponía mucho.

- Nunca había visto un panda - tragó saliva - tan de cerca.

Caminó hacia ellos lentamente, con cuidado, como si esperase algún tipo de reacción agresiva por instinto o similares.

Escuchó a Kytsume, sonriendole amablemente, le tomó de la mano acercandole más hacia los pandas sin ser brusco.

-Tranquilo aru, ellos son muy tranquilos, con tal no hagas nada que les moleste no se tornaran agresivos aru.- dijo dandole confianza a el chico, aun con su mano agarrando la de él lo acerco hacia la gran panda para que la acariciase en la cabeza, como Yao decia la Panda recibio la caricia sin oponerse, comia su pedazo de bambu tan tranquilamente que era como si le pudises pegar y no haria nada.- Lo vez aru?.- dijo sonriendole dulcemente.- Ellos dos son muy tranquilos, asi que no hay de que temer aru.- dijo mirando al enorme animal con una sonrisa.

- O por dios...- pensó poniendo una cara como de preocupacion algo traumante.- Kytsume... le tienes mucho miedo a los tigres aru?...- dijo con suavidad hasta sono tenebroso, sus ojos fueron lentamente girando hasta mirar al chico, si un tigre, al parecer TODAS sus mascotas estaban ahi, faltaba una y si era un grandisimo animal feroz.- No te alarmes, apesar de que ya es ridiculo que te lo diga aru...- dijo algo preocupado volteandose hacia Kytsume.

Tocó al panda con suavidad y sintió otra corriente de kawaiitismo absoluto. Eran tan adorables... como peluches muy grandes, pesados y achuchables. Entonces Yao le comentó lo del tigre. Dicho así... pues sí, daba miedo.

- ¿Un... un tigre? - se puso pálido, como si acabasen de diagnosticarle una enfermedad venérea - ¡¿Tienes un tigre?!

Sus ojos ya no estaban en su lugar natural, o al menos no lo parecía. Primero los pandas, que eran adorables en realidad, pero eran animales grandes y pesados y que podrían ser bastante temidos... y ahora... ¡Un tigre! Esos si que eran animales usualmente peligrosos... aunque siempre le habían gustado.

- Bueno, no creo que me muera por ver uno... - suspiró.

Yao rió nerviosamente tomando a Kytsume por la mano saliendo del mini bosque, al ver una de las chicas los miró con una sonrisa haciendo una reverencia.

- Nihao aru, que haras?.- dijo curioso con una sonrisa, la chica sonrió incorporandose y le mostró unos cepillos y utensilios para un baño.

- A los pandas les toca su baño joven Yao.- dijo amablemente empezando a caminar en direccion de los grandes pandas. Yao le detuvo un momento agarrandole de la manga de su kimono.- Una pregunta aru, sabes donde esta el tigre?...- dijo con suavidad sin sonar muy alarmado, la chica se quedó pensativa unos momentos.

- Creo esta amarrado joven Yao.- respondió dirigiendose a sus labores, Yao suspiró aliviado, guiando a Kytsume tomandolo de la mano, cruzando el jardin, llegaron a la casa, camiaron por unos pasillos, llegando a una habitacion con puertas corredizas en la que se dibujaban dos dragones dorados, estaba al final de la casa apartado de todo.

- Aqui es mi habitación, estoy ya algo cansado aru.- dijo sonriente al chico y evadiendo la idea de asustarle con aquella mascota que tenia, le soltó un momento para abrir la puerta, que no termino de abrir para cerrarla de golpe.

- Bueno no se si te---- sus palabras fueron cortadas por estruendoso rugido dentro de la habitacion, cerró los ojos fuertemente hasta que termino aquel grito de un gran animal.- Con un demonio que hace ahi aru?.- dijo riendo nervioso viendo a Kytsume, tenia que entrar a su cuarto demonios, pero a quien se le ocurriria dejar que aquel gran animal se posara en su habitación.

- Aiyaaa...- dijo suspirando, abrió la puerta y la cerró tras él, sin darle oportunidad a Kytsume de pasar, entró caminando tranquilamente hacia el gran tigre de bengala que estaba acostado en medio de la habitación, se colocó encima de él acariciandolo para saludarle, el gran animal estaba ya tranquilo.- Puedes pasar si gustas Kytsu, si quieres le saco de aqui.- dijo en voz alta a el chico que estaba afuera.

Entró en el cuarto con algo de temor al principio pero de pronto... algún cable se le debió de cruzar de un modo incorrecto en la mente, porque su sonrisa ladeada apareció en su rostro y e acercó con prepotencia al temido animal.

- Oh, un lindo gatito - se acuclilló, quedando a la altura del animal, para mirarle directamente a los ojos - tiene pinta de ser un poquito fiero pero...

Extendió la mano y le rozó el hocico sin pensarlo dos veces, haciendo extraños sonidos semejantes a los de desafío de un tigre.
¿Qué demonios estaba haciendo? Ahora que estaba en el cuarto de Yao, debería estar atacándole a él y no al tigre.

Sin pensarlo dos veces, se levanto, tomó el brazo de Yao y lo acercó a si para besarle apasionadamente. Una de sus manos se fue a su trasero y la otra a su nuca, para intensificar un beso en el que su lengua ya participaba.

Descendió de sus labios a su cuello y le mordió levemente, mientras la mano que tenía en su nuca descendía por su espalda para encontrarse con la otra en su trasero.

- Te deseo Yao... te deseo ahora y siempre...

Miró intensamente al tigre. ¿Estaba peleándose por el cariño de Yao con un animal de solodiossabe cuantos kilogramos de peso, que podría triturarle con medio mordisco? No, sólo es que deseaba hacer eso con Yao desde hace mucho.

- Te amo Yao... te amo...

Quedó impresionado con la reaccion de Kytsume hacia su querido tigre, quien gruñia levemente ante él, que parecia estarle retando, sin poder defenderse fue atacado por el menos esperado, se ruborizó totalmente poniendo sus manos en el pecho de el tratando de apartarle, que demonios le estaba pasando, acaso habia esperado el momento en que llegasen a su habitación??...

- Kytsu que... haces aru?.- decia cerrando sus ojos levemente con su rubor intensificandose cada vez más, por su parte el tigre se levantó mirando a Kytsume con cierto aire de querer atacarle, Yao miró a su mascota, que siempre actuaba de esa manera cuando alguien estaba muy cerca de él.

Jadeó levemente cerrando sus ojos y apartó con un poco de fuerza a el peliblanco, se llevo la mano al pecho para respirar levemente.- Kytsu que tienes aru?... No te me vengas encima con él presente o buscara lastimarte yoroshi.- dijo aun pasando su dificultad de respiración, con su mano llamo al tigre para que le acariciace las orejas y la cabeza, un magnifico animal sin duda, pero era extraño, el pelinegro seguia sonrojado mientras veia a su mascota.

- Querido hu, será mejor que salgas para que no causes problemas por defenderme aru.- dijo acariciandole mientras caminaba con él hacia una puerta trasera de su cuarto, dejandole salir hacia el jardin, cerró la puerta y miró timidamente hacia atrás encontrandose con Kytsume solos en su habitación. Ahora que el tigre no estaba aquel lugar se veia mucho más grande, pero no habia nada en ese lugar ya que su cama estaba en otra parte conjunta, a la que reveló abriendo una puerta corrediza, sus mantas eran rojo sangre y tenia muchas almohadas dando ganas de quererse dormir alli. Para pasar su rubor vió uno de sus peluches, si era como una niña con eso, Hellow kitty? quien demonios pensaria que le fascinaba tal cosa?, corrió hacia él para guardarlo rapidamente en el armario, con dolor en su pecho por haberlo tirado.- kitty...- dijo suavemente como si se disculpase.

Primero vio como Yao se llevaba al imponente animal fuera. Con cada movimiento que hacía, tenía más y más ganas de atacarlo ¿Qué le había pasado? No tenía ni idea, de buenas a primeras sus ganas de tocarle habían aumentado drásticamente, llegando incluso a enfrentarse a un tigre.

Parecía avergonzado cuando su mascota salió. Era tan mono cuando se sonrojaba o se ponía tímido. ¿Había algo nuevo que no hubiese visto ya? No lo sabía, pero de su cuerpo... poco debía faltar.

El chico había descorrido ya unas puertas que daban a un anexo con una cama. Tenía pinta de ser cómoda y confortable. Se acercó a ella y se sentó, dejándose caer, mientras Yao se dedicaba a guardar algo en el armario. No sabía que era lo que había guardado, pero era algo que le avergonzaba realmente.

Se levantó y se acercó a Yao, con tranquilidad, intentando no asustarle por sus intenciones desesperadas de tomarle entre sus brazos. Le agarró la muñeca y tiró suavemente de él hasta la cama.

- Si no quieres hacer nada, dímelo ahora o después no podré parar - le dedicó una sonrisa ladeada, puesto que sus intenciones eran pervertidas y egoístas.

Le sentó con él, intentando no hacerle sentir muy incómodo por ello. Después, le besó. Primero le dio dos besos cortos sobre los labios, para después comenzar con movimientos lentos y precisos. En unos instantes, su lengua ya había tomado parte en aquel beso. Yao siempre era increíblemente cálido, no importaba en que momento, su aroma y su presencia le excitaban de un modo extraño y agradable.

Tal y como estaban las cosas, no le importaría morir en una cama junto a Yao. Dejar de respirar después de verle sonrojado y gimiendo, era una idea que no le parecía realmente mala. Si algún día le otorgaban un último deseo, sin duda sería tomar por última vez a Yao.

Ya se veia instantaneamente atrapado por el peliblanco que le habia halado hacia la cama, seguia levemente ruborizado sin entender porque apenas al entrar a su habitación se habia tornado agresivo... Le recibio aquellos besos con timidez mientras que sus puños se iban cerrando poco a poco un tanto acelerado, al separarse un leve instante le miró a los ojos aun preguntandose lo mismo.

- Kytsume acaso esperabas llegaramos a mi habitacion para esto aru?.- dijo colocando su puño para que tapase su boca, sin dejar de mirar aquellos ojos carmin tan seductores, su pulso se estaba acelerando poco a poco apesar de que no se estuviesen tocando o algo por el estilo, levemente sin darse cuenta se fue ruborizando cada vez más sin ningun motivo, tan solo con mirarle en ese momento, sentia como si fuese a estallar.

Su amante aquel chico frente a él, que parecia no tener limites para sacear su lujuria, Yao no era de los que le daban "ataques" lujuriosos y tan solo querer saciarlo al instante.- Respondeme yoroshi, porque?...- musito para dejar otro silencio en su gran habitación, alejada de todo, como si fuese otro mundo apartado de toda su casa, no era ni frio ni caliente, una temperatura perfecta, que solo no disfrutaba debido a su corazon que empezaba a latir desesperadamente.

¿Estaba pasándose? La reacción de Yao, el color en sus mejillas... todo indicaba que le gustaba, o al menos así lo veía él, pero quizá estaba siendo demasiado egoísta. Si se seguía comportando así asustaría al chico y eso era lo que menos deseaba pero... ya no tenía control sobre su cuerpo. Su personalidad salvaje y agresiva estaba harta de no hacer nada.

- Realmente no se porque lo hago... - su mano tocó la mejilla de Yao - simplemente quiero tocarte... quiero sentirte... y mi cuerpo no puede frenar el impulso que se abre paso en mi pecho.

Su respiración estaba algo entrecortada. Aquello se le estaba yendo de las manos. Se veía como un violador, como un criminal. Yao parecía no desear aquello y aún así... aún así... sus manos no querían acabar con el contacto, sus ojos no querían apartarse de los de su amante y sus labios exigían besos apasionados y desenfrenados.

- No me estoy comportando bien... ¿Te doy miedo?

En sus ojos se reflejaba toda la lujuria que su mente albergaba desde que había entrado en aquella habitación. Como si Yao fuese una droga, necesitaba una dosis para calmarse, para ser él mismo y eso era... despreciable. Miraba al chico con anhelo, casi en una súplica decadente y sin palabras que le sumía en la desesperación y en la autorrepulsión por sus actos.

- Realmente no quiero hacerte daño... simplemente no puedo controlarme - le tomó el mentón a Yao, acariciándole con el pulgar los labios - ¿Podrás perdonarme si te acaricio?

Incluso se daba miedo a si mismo. ¿Y si algún día, ante una negativa del chico, intentaba tomarlo por la fuerza? No quería pensar en eso, no podía pensar en hacerle el más mínimo daño a aquel cuerpo encantador y aquella personalidad dulce y amable. Pero su personalidad amarga siempre había sido muy ambiciosa.

Entrecerró sus ojos al sentir el tacto de Kytsume en su mejilla, lo escuchaba atentamente mientras seguia levemente ruborizado, al parecer la doble personalidad de el chico frente a él le torturaba, ya que se contenia mucho cuando estaba a su lado, aquel lado agresivo y lujurioso parecia estar matandole por dentro de ganas para sacearse.

Se le acercó aun más, arrodillandose y llevandolo hacia el tope de la cama para que se acostara, su mirada estaba perdida en el espacio infinito de los ojos de el peliblanco, y deseaba ayudarle, se sentó encima de él en sus muslos y le acercó tirando de su camisa para darle un fugaz beso que buscaba ser apasionado, jugando ambos con sus lenguas sin resistir más aquel sentimiento.

- Dejame ayudarte entonces a saciarte aru...- dijo empezando a jadear levemente por su pulso tan acelerado, le volvió a besar colocando sus brazos alrededor del cuello de Kytsume estrechandolo con él, su calor, su cuerpo, sus caricias, sus besos, ojos, labios, todo él le hacian tener un deseo desenfrenado de querer saciarle y a el mismo, probar un poco más de su ahora amante.

Aquel Yao era tan... suculento. Sus pulsaciones aumentaron hasta niveles inalcanzados anteriormente. Sentía como si se fuese a morir de deseo.

Con la posición que el chico había tomado por voluntad propia, tomó su nuca e intensificó el beso. Deslizó la otra mano hasta su trasero, recorriendo toda su espalda en una lenta y placentera caricia. Su lengua se aferraba a la de Yao, juguetona, mientras entre sus piernas despertaba una reacción.

- Diciendo lo que dices, haces que desee devorarte por completo - separó sus labios de los de Yao unos instantes pero los unió de nuevo en apenas unos segundos.

La mano que tenía en su nuca, bajó hasta la parte inferior del Kimono y la otra subió hasta el mismo lugar. En un movimiento rápido, le arrebató el largo traje a Yao.

- Tan... delicioso... - le miraba, como un depredador.

Se sentó, colocando a Yao en su regazo y descendió hasta sus pezones para lamerlos y mordisquearlos un poco, mientras le sujetaba por la parte inferior de la espalda.

Sentía un calor que le inundaba por completo. Con Yao encima, sentía su entrepierna aprisionada y eso le excitaba aún más, porque era el cuerpo del chico el que se situaba sobre él. Se moría por arrebatarle toda la ropa en un suspiro y hacerle gemir, gritar de placer, pronunciar su nombre con pasión... su mente estaba en blanco y todo, todo, era Yao, sólo Yao.


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(No conocía yo esta faceta provocativa de Yao <3)
[P.D.: Con este post no pude evitar reírme... la palabra pezón me hace demasiada gracia xD]

Sus besos se habian vuelto apasionados por cada minuto que seguian acariciandose, su corazon estaba realmente acelerado en ese momento, suspiró un poco cuando el chico ya le habia arrebatado su kimono, haciendo que jadeara un poco más al sentir su lengua por sus pezones, era una sensasion extrañamente placentera.

Acariciaba el cuello y cabeza del peliblanco con lentitud por unos momentos, hasta bajar hasta él tirandole levemente de la corbata para llevarle hacia sus labios para besarle, su otra mano se habia puesto en la tarea de desabotonarle la camisa y pantalon, al terminar le beso el cuello con lentitud, al mismo tiempo que su mano derecha acariciaba el vientre de Kytsume, porque habia tomado tal iniciativa pensó derepente, estar encima de él le habia provocado una leve sensacion de dominarle asi fuese por unos minutos, aunque era una accion algo vaga ya que el siempre se veia atrapado por las manos de aquel chico que estaba abajo de él.

- Wo ai ni kytsu...- musitó entre un pequeño jadeo para volver enseguida a besarle el cuello y su mano bajaba poco a poco por su vientre, para provocarle más placer, a su querido chico de ojos carmin.


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(asdasda <3 )
[jajajaja a mi tambn me hiso gracia xDD ]