Al más puro estilo oriental ( Kytsume)

Se quedó un poco sorprendido ante la iniciativa de Yao, pero le pareció algo increíblemente sexy. Sus manos dejaban una marca de calor y anhelo allá por donde pasaban y ahora descendían por su vientre a una velocidad vertiginosa.

Le besó con fuerza, para después recostarse hacia atrás, apoyandose sobre sus antebrazos, con los codos doblados. Sonrió a Yao y le miró incitándole a seguir, a tocarle mucho más.

- Parece como si hoy fueses tú el que desea disfrutar mi cuerpo - puso su mano sobre la de él y la ayudó a bajar - no temas, te dejaré hacerme todo lo que quieras...

¿Cuándo se había vuelto tan lujurioso? Deseaba ver como Yao le tocaba, pero se moría por tocarle también. Pasó una mano por el pecho del chico, rozando sus pezones.

- ¿Has visto como reaccionan a mi contacto? - le dedicó una sonrisa pícara a su amante - y no son los únicos.

Su mano bajó rápidamente hacia la entrepierna de Yao, al tiempo que movía sus propias caderas para hacer notar al chico lo que le aguardaba, esperándole ansioso. Descubrió la entrepierna de su amante y la tomó con su mano derecha, acariciando la punta con el dedo pulgar. Formaba círculos con él, pasándolo muy lentamente.

- ¿Te gusta? - continuaba en la misma posición, pero deseaba verle el rostro a Yao - porque a mi me estas volviendo loco.

Se habia perdido de la realidad por unos momentos hasta escuchar al chico hablarle, miró hacia otro lado algo avergonzado por unos segundos mientras dejaba que el peliblanco guiara su mano hasta mas abajo.

- que me deje dominar no significa que no desee tu cuerpo no lo crees aru?..- musito con suavidad sintiendo las caricias por su pecho, y jadeó un poco más fuerte cuando este se dedicaba ahora en el medio de sus piernas, automaticamente su mano empezó a palpar la entrepierna de Kytsume con cierta timidez, pero a los pocos minutos aceleraba el paso de ellas, le bajó un poco más el pantalon y metio un poco más su mano para tener completo contacto con su piel, estudiaba su contorno, su temperatura y movimientos.

Al poco tiempo soltó un leve jadeo en respuesta a las traviesas caricias de el chico y le besó fugazmente en los labios, ahora más sonrojado que antes, besó su pecho bajando lentamente, repartio besos por su vientre y ombligo hasta que con sus manos delicadamente bajaba los pantalones de su amante, al mismo tiempo que besaba sus muslos y jugaba un poco con su lengua, besó delicadamente la entrepierna de Kytsume aun cubierta por su ropa interior, y sus manos hacian leves circulos por alrededor. Al sentir la entrepierna del chico hacia se exitara un poco más, el chico era muy atractivo, no lo podia evitar.

Se sentía increíble. ¿Yao le acababa de decir que le deseaba? Lo dijese como lo dijese, esa era una confesión en toda regla. Y eso le excitaba, si cabe, aún más. Aquel maravilloso ser de cabello castaño también ardía por su cuerpo y eso le emocionaba.

De pronto, Yao comenzó a descender por su cuerpo. ¿A dónde se supone que iba? Ahora no podía dedicarle las sensuales caricias que hasta ahora le había concedido a su entrepierna y se sentía bastante extraño. De todos modos, llevó las manos hacia atrás, tumbándose un poco.

Un escalofrío recorrió su espalda. No era por molestia, sino por placer. Ni siquiera se lo había hecho sobre la piel y ya le había producido semejante reacción. Los labios de Yao, sobre su entrepierna... se volvería loco si continuaba así.

- Yao... - le acarició los labios con el pulgar - ¿Cómo puedes ser tan sexy?

Aquellos labios... besándole... acariciandole con esa sensualidad innata que el chico parecía poseer. Quizá sólo él podía verla, pero así era mucho mejor, pues deseaba a Yao para sí mismo, como si de un impulso natural y egoísta se tratase.

- No tienes porque hacerlo si no quieres... - sonrió - puedo volver a hacértelo yo a ti...

Alzo la cabeza con cierta mirada lujuriosa, estaba demasiado entretenido en aquella zona, una mini sonrisa de su parte le fue dedicada a el chico.

- como puedes decir eso aru?...- susurro con un tono algo sexy sin querer. - te quiero, te deseo... Como no voy a querer dedicarte un momento?.. - dijo alargando un poco mas su sonrisa mientras su rubor aumentaba cada vez mas por lo que habia dicho. Bajo el boxer de el peliblanco con lentitud, viendo su entrepierna, enamorandose de el por completo, la acaricio con delicadeza con su mano y con la punta de su lengua hacia mini circulos en el extremo de aquella zona tan importante, como si de un helado se tratase lamia todo alrededor, sintiendo su contorno exitandole cada vez mas, queria oir el placer de el chico, buscar tener ese sentimiento de estarle satisfaciendo.

Jadeaba con lentitud, visualizando el hermoso cuerpo de su amante, jugaba a meter la entrepierna de el en su boca, a lamerla acariciarla saborearla, hasta podria decirse que era un manjar...

El escalofrío esta vez fue monumental. Abarcó toda la extensión de su cuerpo. Sus brazos se tambalearon levemente, pero aún le sostenían algo elevado sobre la cama. La lengua de Yao estaba deslizándose por su entrepierna y se sentía como si fuese a morir de deseo.

- Ah... Yao - jadeó - no me esperaba esto.

Cerró los ojos y dejó que su cabeza cayese levemente hacia atrás. Abrió los labios y dejó escapar lo que podría considerarse un gemido, entrecortado por su respiración, realmente agitada.

Abrió los ojos y miró a Yao. Esa escena era demasiado sensual... lo tomaba entre sus labios como si le gustase y sí, podía considerarse todo un pervertido, porque eso le calentaba de un modo abrumador. Sus ojos desafiaban al chico, pero sus mejillas estaban sonrojadas. Sus boca mostraba unas palabras incitantes, pero sus labios temblaban.

- Esto es... - tomó el cabello de Yao con su mano derecha - no sabía que... podías hacer este tipo de cosas...

Ni siquiera sabía que podía decir. No razonaba, no pensaba... nada tenía sentido. Todo era placer, lujuria, amor... un conjunto revuelto que llevaba una vertiginosa velocidad en el interior de su pecho y le provocaba aquella sensación de estar en el paraíso, acompañado de un ángel...

Cuando sintió que aquello alcanzaba un punto donde sabía que debía parar, para después poder hacerle otro tipo de cosas a Yao, le apartó levemente, tomó su rostro y lo elevó para besarle apasionadamente.

- ¿Dejarás que vea como te preparas ante mi, Yao?

Su sonrisa era perversa, pero de veras deseaba verle en ese estado de placer. El problema era que si intentaba hacerlo por si mismo, lo más probable es que no pudiese contenerse sin tomarle rápidamente. Además, verle sería mucho más excitante.

Jadeaba cada vez mas fuerte, el gemido de el peliblanco hiso que se estremesiera aun mas, era demasiado sensual verle de ese modo, ya entendia su punto de vista, queria seguir en su juego para llevarle hasta el final. Mantenia su boca abierta como si no pudiese respirar por la nariz, estaba muy ruborizado, le recibio el beso y le escucho, colocando su frente con la de el para mirarle.

- tu decides wo de ai, te amo kytsume.... - dijo su nombre con un jadeo besandole en los labios, apoyandose con sus manos estiradas a los lados de el chico. Deseaba besarle tocarle, sentir el mismo placer, no parar hasta ya no aguantar. Creia moriria de una especie de fiebre a 50, su mano derecha se fue hacia la entrepierna de el por inercia, masajeandole lentamente, no sabia si era su imaginacion o un leve humo salia de su boca por el calor, por primera vez perdio el control de si...

Le sentía tan cerca... y estaban los dos tan excitados... aquello era mil veces mejor que su más pervertido sueño con Yao. El chico estaba deshinibiendose, tocándole donde más le gustaba, besándole, diciéndole que le amaba... aquello era el paraíso y él debía estar muerto.

- Cuando... tomas la iniciativa... - jadeaba tras cada palabra - eres demasiado provocativo...

Una de sus manos se deslizó por la espalda de Yao, para alcanzar su trasero y su entrada. Lentamente la rodeó con la yema de su dedo índice, para después introducirlo. Al mismo tiempo, su otra mano había bajado por su vientre hasta su entrepierna.

- Quiero que tú también disfrutes - susurraba - porque yo también te amo, Yao.

Al final, ni siquiera le había pedido que se preparase y masturbase él solo ante sí. No había podido resistirse al impulso de tocarle, de hacerle todo aquello él mismo.

La mano del chico aún seguía acariciando su propia entrepierna y eso le parecía impresionante. La primera vez que lo habían hecho recordaba a un Yao más inocente, temeroso... y ahora, ahora era un amante activo. Y eso le dejaba plenamente satisfecho.

Mantuvo sus ojos cerrados resistiendo aquel calor que emanaba de su cuerpo y el de Kytsume, estaba demasiado acelerado por una razon que no entendia del todo, provablemente al terminar todo, se sorprenderia de sus actos, como habia podido ser el de la iniciativa por un buen rato?. Talves su deseo era un mayor, de querer disfrutar aun más estar con él, le besaba el cuello con dulsura, continuaba acariciando la entrepierna del chico con delicadeza, en un suave vaivén.

Emitió un gemido al sentir el dedo de el chico adentrarse en él, se retorció levemente y le abrazó con su brazo izquierdo para acercarse más y seguirle dando placer con su mano derecha. El placer y el leve dolor le hacian acelerarse un poco más, le besó con pasion los labios repartiendo besos por su menton y cuello. En un impulso de no se sabe donde le lamio los labios con lentitud para volverle a besar, gemia un poco más liberando el poco aire que le entraba a los pulmones, su pecho estaba totalmente acelerado, tenia demasiado calor, pero se retorcia de placer.

- Kytsu... Kytsu..- repitió entre un jadeo y leve gemido ahogado, sus cabellos algo desordenados hicieron que su pequeña cola que lo mantenia amarrado se debilitara dejando que sus largos cabellos cayeran sobre sus hombros y espalda, unos acariciaban levemente la piel de su querido Kytsume.

El dedo que se había aventurado en el interior de Yao, formaba círculos, acariciándolo. Otro dedo siguió su camino al poco tiempo. De todos modos, no dejaba de proporcionarle atención a la entrepierna del chico, intentando proporcionarle más placer que dolor. No sabía que demonios le pasaba a Yao, pero estaba increíblemente activo. Necesita tomarlo... y necesitaba tomarlo ya.

- Déjame tenerte ya... - se acercó a su oído para susurrarle - déjame estar dentro de ti, déjate llevar...

Le besó lentamente en los labios. Le mordió un poco el inferior, para después lamerlo. Su lengua se deslizó entre los labios del chico, juguetona e inquisidora. Toda aquella situación le superaba, se encontraba en un momento óptimo.
La melena de Yao, caía por sus hombros y le alcanzaba a él. Con el pelo suelto era, si cabía, aún más hermoso. Y su voz... su voz entrecortada por el placer y el dolor... diciendo su nombre, intentando decirlo sin demasiado éxito, pero con ese tono tan significativo.

- Perdoname, Yao

Con un movimiento tranquilo, tomó el trasero del mayor y lo acercó hacia su regazo, para entrar en él lentamente. Cuando el extremo de su entrepierna rozaba la entrada de su amante, tomó el sexo de éste y continuó acariciándole, esta vez con más ritmo. Se podía imaginar cuanto dolía, pero ya no podía frenarse a si mismo. Le deseaba demasiado.

- Si quieres, puedes morderme o arañarme

La mano con la que le había colocado, había subido hasta la zona baja de su espalda, para sujetarle, mientras comenzaba a mover las caderas, elevando levemente a Yao con cada vaivén. No había sensación igual de placentera que tomar a su amante de aquel modo.


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(Me vas a asesinar, pero tendrás que esperar a mañana por una respuesta xDD Son las 2:22 y me estoy cayendo de sueño xDD)

Ahogaba gemidos que empezaban a superar a sus jadeos constantes, su pecho se movia freneticamente al ritmo de las caricas de ambos, dolor y placer dos combinaciones peligrosas, quisiera que el placer fuese aun más que el dolor. Pero Kytsume parecia no aguantar mucho más tiempo, al escucharle susurrarle cerró los ojos asintiendo levemente abrazandole con delicadeza, al momento que la entrepierna de el chico entraba en él con lentitud, un gemido un tanto fuerte y largo debido a la lentitud fue forzado a salir de su garganta, se ruborizo totalmente y seguia con su cabeza apoyada en el hombro del peliblanco, gimiendo debido al intenso dolor que le provocaba, apretaba sus puños pero sin arañarle, apesar de que el le estuviese creando aquella sensacion dolorosa el no le haria lo mismo, porque no se rendiria hasta poder disfrutar esos movimientos intensos dentro de él.

- Me duele aru....- dijo entre pequeños gemidos, atrapado en el vaivén de su amante, empezó a morder suavemente la oreja de este pero no duró mucho para que siguiera emitiendo aquellos sonidos, sus manos se fueron deslizando por la espalda de el chico acariciandole, palpandole, estaba ardiendo al igual que el, o talves no tanto como él, intentaba hacerle entender a su cuerpo que debia gustarle, el placer de las caricias en su entrepierna intensificaban aun más sus gemidos y le hacia olvidar por unos momentos el dolor.

Movia sus caderas levemente para que el dolor fuese pasando, se iba acostumbrando pese al comienzo agresivo, colocó su frente junto a la del chico con los ojos cerrados mientras seguia tragandose aquellos gemidos, le besaba cortamente y una de sus manos se posaba en el pecho de él sintiendo el ritmo de su acelerado corazon.- Wo ai ni...- dijo casi inaudible

Los jadeos de Yao unicamente conseguían excitarle más aún. Pero pronto se dio cuenta de que no eran de placer, sino de dolor. Se estaba comportando de un modo muy egoísta al penetrar en él sin haberle preparado a conciencia primero. Era el momento de retractarse de sus actos, pues estaba dañando su cuerpo y eso era lo que menos quería. Aquel quejido que acaba de pronunciar, afirmando que le dolía, le había partido el alma. A pesar del dolor, seguía intentando mover sus caderas, como si quisiese proporcionarle placer a pesar de su actitud caprichosa.

Frenó de pronto el movimiento de sus caderas, pero no apartó su entrepierna del trasero del chico. Si al final decidían hacerlo, sería mucho más doloroso si tenía que volver a entrar. Simplemente se quedó quieto, para evitar las entradas y salidas bruscas que había cometido hasta el momento.

Sujetándole por la parte baja de la mano izquierda, le empujó levemente con la derecha hacia atrás, colocando antes los brazos del chico sobre su cuello. Después, continuó acariciando su entrepierna con esa misma mano, mientras sus labios besaban los de Yao. Poco a poco, se deslizó por el cuello y después por el pecho, dejando leves marcas con los labios. Quería que lo disfrutase, que aquello no le hiciese más daño aún.

- ¿Te duele que este dentro? - le pasó la lengua desde la clavícula hasta la zona que comunicaba la mandíbula con la oreja - No voy a moverme hasta que tú puedas soportarlo... pero si quieres, puedo salir por completo.

Estaba dispuesto a hacer todo lo que el chico que tenía en sus brazos quisiese. Le daría placer, en cambio a todo el dolor que le había causado por su propia lujuria y un desenfreno que tenía que empezar a controlar en adelante. Si no podían hacer eso hasta un poco más adelante... no moriría por ello. Tendría que desarrollar su fuerza de voluntad al máximo, pero eso era mucho mejor que perder a Yao, el chico del que ahora estaba absolutamente enamorado. Y es que amaba todas y cada una de sus expresiones, el sonido de su voz, el tono rosado de sus mejillas cuando algo le parecía vergonzoso, su fuerza, su determinación... todo en él era perfecto y asombroso.

- Te amo, Yao - le susurró - más que a mi mismo.

Y eso, dicho de los labios de Kytsume, un chico que siempre había sido egoísta y egocéntrico era algo muy importante y con una contundencia impresionante. Nadie, ninguno de los psicólogos que lo habían tratado en su infancia, hubiera podido imaginarse que aquel niño que él era por aquel entonces, apreciaría a alguien por encima de su propia vida.

Abrió los ojos con lentitud al haber sentido que Kytsume se detenia, le miró algo preocupado mientras seguia jadeando por lo bajo, le correspondio aquel besó y le escucho con atencion; sonrió dulcemente ante sus palabras, realmente se preocupaba por él, eso le hiso estremeser por dentro, haciendole aun más feliz, besó nuevamente sus labios.

- Ahora estoy mejor aruu..- dijo con un gemido entrecortado por las caricias del chico, su cuerpo ya se estaba acostumbrando a aquella sensación, ya al haberse detenido le daba tiempo de relajarse, haciendo que el dolor se fuera poco a poco, mantuvo sus ojos cerrados unos momentos entre jadeos y beso los labios de Kytsume.

- Y yo te amo inmensamente Kytsume aru.- dijo aferrandose mas a él abrazandole con calidez con una sonrisa, se acurruco levemente colocando su cabeza en el hombro de él, preparandose para volver a las andadas.- Gracias...- dijo gimiendo lentamente ya que él mismo empezó a moverse de arriba a abajo, ya no le dolia de hecho su cuerpo ya se habia acostumbrado, su rubor que habia aligerado un poco ahora era más intenso, su calor volvia a estar al maximo y se estremesia por dentro.

Sintió como Yao se acercaba a él de nuevo y le abrazaba. Era un poco extraño, pero no estaba tan mal haber llegado hasta ahí. Lo que no se esperaba, era la siguiente acción del chico, que volvió a mover sus caderas, incrementando de nuevo la excitación que sentía.

- ¿Estas... seguro, Yao? - susurró.

No es que no desease aquello, lo deseaba más que nada pero si iba a ser demasiado doloroso no podría perdonarse a si mismo. Aquella calidez, aquella sensación de cariño... aquel mundo que Yao creaba tan sólo para él, simplemente rodeándole con sus tiernos brazos...

- Eres tan maravilloso... Yao...

Su lengua se deslizó por los labios del chico, para después aventurarse entre ellos. La mano que no acariciaba la zona más íntima de Yao fue hacia su nuca, para intensificar un poco el beso y después se deslizó hasta la zona baja de su espalda, sujetándole con delicadeza.

- No te imaginas lo hermoso que eres ¿Verdad?

Aquel cuerpo le excitaba y era algo que no podía evitar. Pasó la lengua desde la zona del esternón hasta los labios de su amante y después le fue dando besos cortos en los labios. Su pelo, su aroma, sus jadeos, sus gemidos... todo era irrefutablemente perfecto.

Esos besos tan apasionados que le regalaba aquel chico que tanto amaba, le hacian olvidarse de todo, hasta de el pequeño dolor que tenia en su interior, le correspondia sin pensarlo dos beses, ya que siempre se veia atrapado. Escuchando sus palabras hacia que se estremesiera por dentro apenandose por ello, sonreia agradecido mirandole a los ojos para volver a cerrarlos y asi volverle a besar.

Su brazo derecho fue a posarse en la espalda de Kytsume para abrazarle y su mano izquierda estaba en su mejilla acariciandole su linda piel. Sus gemidos no sesaban, pero quedaban ahogados en su garganta y en los besos del chico. Se preguntaba que tenia ese chico que ahora le tomaba en sus brazos, que le haya hecho vencer sus miedos, que en tan solo horas ya le estuviese besando y llegando a mucho más, que apesar de sus actos algo agresivos le gustaba internamente, hasta habian llegado a conocer su casa, y sabia de su historia pasada, y seguramente le faltaba saber más, no dudaria en contarle todo, además de que le ayudaria también con el de Kytsume, como dicen son dos no uno, que se vuelven uno era otra cosa...

- Y tu no te imaginas lo loco que me vuelves aru.- dijo en el trayecto de irle a besar nuevamente con una sonrisa, su pecho estaba totalmente acelerado, sus mejillas seguian en su color más intenso y se le dificultaba respirar, todo era tan ridiculamente perfecto, le fascinaba estar con aquel chico.

Sentía el clímax cada vez más cerca. Pero ya no era como la primera vez. Podía controlarse, podía darle más y más placer a su amante, que parecía como si comenzase a disfrutarlo sinceramente. Sus mejillas, intensas como sus propios iris, coloreaban el claro rostro de porcelana de Yao. Sus labios, con el mismo color a causa de sus apasionados besos, incitaban a tomarlos una y otra y otra vez. Sus ojos, con las pupilas iluminadas, intentando ocultar su creciente anhelo, eran atrayentes y seductores.

Posó su frente sobre la de su amante, mirándole directamente a los ojos. Dibujó una sonrisa ladeada en sus labios, al tiempo que descendía un poco el rimo de sus húmedas caricias y acariciaba la punta de esa zona tan sensible con el dedo pulgar. Al mismo tiempo, se deslizó para cubrir el cuello de Yao de pequeños mordiscos, seductores y juguetones, que exigían jadeos y apenas perceptibles gemidos a cada instante.

- Deseo ver este rostro en ti una y otra y otra vez - susurraba, entre leves jadeos - por eso no puedo parar de desearte, por eso no puedo pensar en otra cosa que no sea tocar tu cuerpo una vez tras otra. A cada instante...

Tras esto besó sus labios. Los besos eran húmedos, cálidos y sensitivos. Los labios eran flexibles y su lengua, juguetona. Nunca había dado besos tan llenos de sentimiento, tan cargados de éxtasis sensorial.

Sus gemidos empezaron a aumentar severamente resistiendo aquel placer que le brindaba su compañero, se aferró con sus manos colocándolas en sus hombros, manteniendo sus ojos cerrados mientras su boca se mantenia abierta para respirar.

Escuchó sus palabras con los ojos entrecerrados y asintió encogiendose un poco de hombros para recibir luego más besos por parte de él, que cantidad de sensaciones, amontonadas, jugando por todo su cuerpo, dieran siempre con la misma persona que estaba besandole, talves ahora si disfrutaria muchisimo mas que antes estar con Kytsume, totalmente perdido entre sus caricias, ojos, labios, voz, piel, todo en ese chico de cabellos blancos le parecia totalmente maravilloso.

- No creo pueda aguantar más aru...- dijo colocando su cabeza levemente sobre el hombro derecho del chico con los ojos semiabiertos y un gemido más se asomó por su garganta, habia sentido una leve electricidad en su cintura y vientre. Estaba sudando casi a chorros diria él, su aliento estaba a la misma elevada temperatura de su cuerpo, su ritmo cardiaco estaba totalmente alocado y sus pulmones hacian un gran esfuerzo para proporcionarle aire.

- Ya... Yao...

Un escalofrío le recorrió la espalda al tiempo que escuchaba el gemido del chico. Ahora jadeaba... jadeaba sobre su hombro... sintió un placentero tirón en la zona del vientre y en la zona lumbar, al tiempo que abría la boca y se liberaba a si mismo. Otra vez lo había hecho dentro... ¿Estaba eso bien para Yao?

- Mmm... Yao, ahora hay que darse un buen baño - respiraba con bastante dificultad, pero al menos ahora ya podía hablar después de hacerlo - yo me encargaré de lavarte cada rincón de tu cuerpo si quieres.

Sus mejillas estaban ruborizadas al máximo exponente. Ver a Yao de ese modo tan... impresionante. Sonrojado, sobre su propio regazo, con la respiración aún entrecortada... posó su mano sobre el pecho del chico y notó como el corazón se le había desbocado.

- Mira, estamos... iguales - cogió delicadamente la mano del chico y se la llevó hasta su propio pecho, donde su corazón no paraba de palpitar a toda velocidad - y esta así siempre que te veo.

Tomó los labios del chico con dulzura. En un beso lento que, si por él mismo fuera, no necesitaba acabarse. Tenía que llevar a Yao al baño, para limpiarle con cariño... pero no sabía donde estaba el baño. Y si le preguntaba a la señora Xiao posiblemente descubriese... lo que tenía con él. No estaba muy seguro de que la cultura de la familia de su amante fuese a aceptarlo.

- Te quiero, Yao - y comenzó a acariciarle el pelo, lentamente.

Emitió un gemido un tanto más fuerte al sentir como el chico daba el ultimo suspiro dentro de él, dejó que le llevarla la mano hasta su pecho para que viese que estaban de igual manera, Yao sonrió dulcemente mientras aun continuaba agitado, recibiendole un beso de su parte, asintió luego ante todas sus palabras y se dejó caer levemente sobre Kytsume, tratando de recuperar el aliento.

- Si deacuerdo aru...- musitó con suavidad, apoyando su cabeza en el hombro del peliblanco.- Aguarda un poco no puedo moverme yoroshi...- dijo en un leve suspiro cerrando sus ojos con lentitud, sus fuerzas se habian ido en ese instante necesitaba unos pocos minutos para poder andar, se movió un poco quedando al lado de su querido amante, arrecostando ahora su cabeza sobre su regazo mientras seguia en la ardua tarea de respirar.

- Si quieres ve al armario y saca un kimono blanco que es para el baño aru... yo me lo pondré despues de ti...- dijo entreabriendo sus ojos, porque su cuerpo no tenia fuerzas?, no se lo explicaba, ni un fuerte entrenamiento era comparado con esa "flojera" o cansancio como tal.- Muchas gracias por estar conmigo Kytsume aru..- dijo con una sonrisa agradecida.

Se apartó lentamente de Yao y se levantó camino al armario. Lo abrió con tranquilidad. ¡Aquello era imponente! Y toda la ropa era hermosa, detallada... el único material que no sobresalía era la tela blanca de un par de kimonos blancos. Cogió los dos y se acercó a la cama de nuevo, tendiendo uno junto al chico.

- Tienen pinta de ser cómodos - sonrió - espero que sean fáciles de quitar... porque pienso limpiar todas y cada una de las partes de tu cuerpo.

Se puso el kimono y ayudó a Yao a ponerse el suyo. Comprendía su estado. No debía ser fácil recibirle y después ponerse en pie como si nada hubiese pasado. Se sentía culpable por ello, por tener que hacer que se quedase postrado durante un rato sobre la cama para poder mostrarle su amor desenfrenado. Pero el placer... era demasiado intenso como para renegar. El tacto de su piel era demasiado seductor.

- Bueno, a ver, yo te llevaré hasta el baño - se inclinó hacia Yao y le tomó los brazos, para pasárselos tras la nuca - no pesarás nada en comparación a mi madre.

Lo elevó en el aire, tomándolo como el novio toma a la novia cuando la lleva hasta su lecho nupcial. En este caso, era para darse un baño tras una sesión bastante intensa de relación entre amantes. Caminó despacio, pues aunque el chico no pesaba mucho, procuraba no tener un desliz con el que ambos acabarían en el suelo.

- Tendrás que guiarme, no tengo muy claro donde está cada cosa - sonrió tímidamente. - dime dónde llevo llevarte y te llevaré a donde sea, aunque sea al fin del mundo.

Tras esto, le besó la frente y le miró directamente a los ojos con una sonrisa cariñosa. Recordaba haberle escuchado decir "Muchas gracias por estar conmigo Kytsume" pero en realidad el que debía estar agradecido era él, y quería que le quedase muy claro mediante actos y no palabras.

Como si de un trance o especie de sueño estuviese, se vio sorprendido cuando Kytsume le puso el kimono blanco de baño y le alzaba en brazos, le miró de reojo y sonrió cortamente algo apenado.

- No es necesario que me lleves Kytsume aru...- dijo con suavidad colocando su mano en el pecho de el, mientras le miraba a los ojos, sus pies no respondian del todo, su vitalidad regresaba poco a poco, pero no le gustaria rechazar la cariñosa oferta del chico, de llevarle en brazos hasta el baño, suspiró levemente algo derrotado.

- Abre la puerta de atrás aru, y cruzas a la derecha yoroshi, a unos 5 metros a la derecha esta el baño aru.- dijo apoyando su cabeza en el hombro del chico sonriendo dulcemente con los ojos cerrados, aquella ruta impedia que los vieran, asi que no tendria que bajarse de los brazos del peliblanco. - Y no mires a los ojos a el tigre, mientras me tienes asi aru...- advirtió recordando la presencia de su "pequeña" mascota felina, le ponia algo nervioso internamente que Kytsume le dijese le lavaria todo el cuerpo, no era inutil pero sabia que el lo hacia con otras intenciones, aun asi le parecia algo levemente incomodo.

Caminó por donde Yao le había indicado. Al abrir la puerta se encontró al inmenso animal al que antes había desafiado, tumbado en el suelo. El felino levantó inmediatamente sus profundos ojos para mirarle directamente, como si le reprochase el hecho de llevar a su amante en brazos hasta el baño.

- Hola, lindo gatito, voy a darle un baño a tu adorable dueño

Y, sonriéndole al salvaje animal, pasó de largo, como si nada. Caminó durante un rato bastante extenso, hasta que alcanzó una puerta a la derecha, que parecía el lugar adecuado. La abrió, tratando de que Yao no tocase la pared, ni la puerta, ni mucho menos el frío pomo de ésta.

Aquel baño era enorme. Como todo en aquella mansión. Tenía una especie de "piscina" porque a aquello ya no se le podía calificar como bañera. Todo era imponente, nunca había estado en un lugar de aseo tan... ¿Grande? Los baños públicos eran públicos... pero aquello era un lugar privado. Sólo de su amante.

- Que sitio tan inmenso... - miraba a un lado y a otro - no sólo eres guapo, también eres fuerte, inteligente y un grandioso partido económico.

Se echó a reír. Cualquier chica podría haber sido la más feliz del mundo junto a su amante y resultaba ser suyo, únicamente suyo.
Abrió las manecillas del agua caliente y la fría al mismo tiempo. Buscaba una temperatura ideal. Mientras el agua caía se fue quitando el kimono que llevaba puesto para quedarse completamente desnudo.

- Venga, quítatelo tú también y te limpiaré en condiciones - sonrió.

Sonrio al ver a su querida mascota algo recelosa por kytsume, y cerro sus ojos hasta sentir como este le colocaba en el suelo, se incorporo haciendo una leve mueca de fastidio finjido ante las anteriores palabras del chico.

- esto no significa nada aru, por mi viviera de lo mas sencillo yoroshi - dijo viendo como el chico se quitaba el kimono diciendole el tambien se lo quitara, el nego algo apenado caminando hacia el agua y entrando en ella bajando por los pequenos escalones, mojando el kimono por completo, se hundio disfrutando el agua y al salir se quito aquella prenda de bano.

- extrañaba bañarme asi aru - dijo en un suspiro, sintiendo como el agua se calentaba poco a poco.

- y... No es necesario me bañes kytsu - dijo avergonzado masajenadoce la nuca.

Ver al chico le encantaba. No importaba si era con un kimono o si era completamente desnudo. Su cuerpo desprendía aquella sensualidad extraña que quizá sólo veía él... o quizá veían demasiadas personas.

- Comprendo que no te guste, pero tienes que admitir que eres un buen partido - se acercó sonriendo.

Metió un primer pie en el agua, comprobando la temperatura. Parecía estar buena. Después decidió descender por los escalones. Cuando estuvo dentro, se dejó llevar por la temperatura del agua y se deslizó un poco, consiguiendo que el agua le llegase a la altura del cuello. Ante el último comentario de su amante, rió.

- No es que sea necesario o no... es algo que siempre he querido hacer - se acercó lentamente al chico - quiero que veas que mi contacto no siempre tiene que llegar al dolor que te hago pasar en ocasiones...

Una pequeña sonrisa lastimosa se dibujó en sus labios. Sabía que si llegaban a tener cama era porque Yao lo consentía y eso significaba una de dos posibilidades:
1- Le quería lo suficiente como para soportarlo.
2- A él también le gustaba.
Las dos opciones no estaban mal... pero si se daba el caso de la primera, quería que viese que sus propias manos podían ser mucho más delicadas y útiles.

Su mano derecha reposaba en su nuca masajeandose con lentitud, mientras veia a Kytsume acercarse, se sentia algo apenado apesar de ya haberle visto un par de ocasiones desnudo, sonreia levemente hasta escuchar las palabras del chico, que le hicieron otorgarle una mirada de preocupación.

Bajó su mano y le miró atentamente, agradecido por su preocupación y algo desconcertado por su pensamiento.- No pienses ese tipo de cosas aru... Ya que yo no siento que me lleves al dolor yoroshi.- dijo acercandosele un poco más con lentitud, colocó su mano derecha en el pecho de el chico y le sonrió dulcemente.

- Sabes es porque no estoy acostumbrado y ya se puede decir que me gusta aru..- dijo mirando hacia un lado algo avergonzado por sus palabras, aquel chico le hacia ir hacia lugares que no se atreveria estar, estaba disfrutando aquel miedo que tenia, ya no existia aquel temor de antes y todo gracias a él.

- Tu contacto me hace llegar a lugares que no pensaba explorar aru, como hoy aru..- dijo esto ultimo en un tono relativamente mas bajo, sus mejillas se habian coloreado un poco recordando que habia hecho, tomando la iniciativa de aquella manera sin poder contenerse, le hacian pensar " que demonios hice?!".

No sabía si le decía aquello por el mero hecho de consolarle o si era cierto, pero le había encantado escuchar aquello. No hacerle daño y proporcionarle placer eran sus objetivos más complejos de lograr, y parecía ya haberlo hecho.

- Y me encantaría ser capad de llevarte a sitios con los que aún no hayas ni siquiera soñado...

Sonrió, al tiempo que reposaba su mano derecha sobre la mejilla izquierda del chico y le besaba cariñosamente. El agua estaba a una temperatura perfecta y aquel íntimo contacto había vuelto la situación aún más deliciosa.

- Estoy loco por ti ¿Te lo he dicho ya? - sus mejillas se tornaron de color carmín, tanto como sus ojos.